𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐂𝐮𝐚𝐭𝐫𝐨: 𝐑𝐨𝐠𝐞𝐫 𝐓𝐚𝐲𝐥𝐨𝐫

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YA LLEVABA CASI DOS SEMANAS FUERA DE CASA, aunque ahora sentía que el pequeño departamento era más mi hogar de lo que alguna vez fue la gran casa de mis padres. Robert viene a visitarme todos los días por las mañanas y por las noches, aveces se queda a dormir. Otras veces viene Francesca a hacerme compañía, trae algo de merienda y me platica sobre su trabajo, sobre cómo va su relación con Robert y cosas por el estilo.
Me hacían sentir acompañada, me hacían sentir bien porque que vinieran todos los días significaba que les importaba.
También hemos usado el departamento para los ensayos de la banda, Freddie aveces se queda al igual que Brian y John, Roger casi no se queda porque siempre tiene alguna cita con alguna chica que conoció en alguna tienda o simplemente en la calle.

—Pienso cambiarme el nombre o bueno el apellido —Les digo a los chicos.

—¿Por qué? —Pregunta John.

—Porque cuando muera no quiero que mi padre se quede con toda mi fortuna —Digo en broma —No se, no quiero tener ese apellido además ya ni siquiera me consideran miembro de esa familia.

—¿Y cual quieres ponerte? —Pregunta Brian.

—Si quieres te presto el mío —Dice Roger —Pero para eso tendrás que casarte conmigo.

—Ya quisieras —Le digo —Estaba pensando en Roberts.

—¿Roberts? —Pregunta Freddie.

—Si, mi hermano Robert siempre me ha apoyando en todo y además investigué y deriva de elementos germánicos como hrod que significa fama y beraht que significa brillante, fama brillante es lo que quiero —Les explico.

—Me gusta Roberts —Apoya John.

—Bueno —Dice Freddie —Quisiera quedarme más tiempo con ustedes queridos pero Mary me espera —Freddie se acerca a mi para despedirse —Mañana vengo a dar una vuelta, hasta mañana señorita Amber Roberts.

—Hasta mañana Freddie —Me despido.

—Yo también tengo que irme —Dice Brian, —Tengo que ir a comprar unas cuerdas nuevas para mí guitarra y me temo que la tienda cerrará pronto, nos vemos mañana.

—Voy contigo —John se levanta y va tras Brian —Quiero comprar una nueva correa para mi bajo, nos vemos luego chicos.

Entonces todos se fueron dejándome sola con Roger quien si lo hubieran pensado mejor no era una muy buena idea, me llevaba bien con Roger, si. Pero me disgustaba su forma de ser y pensar, como era que salía con una chica por día solo porque se le hacían bonitas o por sexo, las utilizaba como si fueran accesorios y eso no era para nada de mi agrado.

—¿También te vas? —Le pregunto al ver qué han pasado unos minutos y el no se levanta. —¿Con quién saldrás hoy?

—Contigo —Dice el.

—¿Perdona? —Cuestiono —Lo siento pero no eres de mi interés y además...

—Tienes que salir de aquí un rato, Amber —Dice —¿Crees que no he notado que desde que estás aquí no has visto la luz del día?, Literalmente solo sales en la noche para tocar y después de eso regresas aquí y te encierras por el resto del día hasta que otra vez tengas que ir a tocar, tu vida se está convirtiendo en una continúa repetición.

—No necesito salir para nada más, digo aquí tengo comida y bebidas cuando ustedes vienen a visitarme me traen cigarrillos —Le digo —¿Cuál es el problema?

—Eso, que siento que cada vez te vuelves más dependiente del cigarrillo —Se queja.

—Tampoco es como que sea una drogadicta, Roger —Me excuso —Además tu también fumas.

—Bien, solo te pido que dejes que a tu piel le de algo de sol, te hace falta vitamina b.

—La vitamina b es la de las carnes Roger, la vitamina d es la que da el sol —Le explico.

—Bueno también podríamos ir por vitamina b, conozco un lugar en donde dan cortes de carne muy buenos y podemos comer en una mesa de la terraza, dos pájaros de un tiro —Celebra —Y no puedes decir que no porque si te niegas te arrastraré hasta ahí aunque esté en pijama aún.

—Bien —Me rindo —Dame cinco en lo que me cambio —Digo dirigiéndome a la habitación y cerrando la puerta tras de mi.

Mientras me cambiaba no podía evitar pensar que Roger se preocupara por mi, no sabía si los otros chicos se habían dado cuenta de mi extraño comportamiento, el porque no me dijeron nada o simplemente no lo notaron.
Tampoco lo notó Robert, ni Francesca quien pasaban la mayor parte del día aquí.
Roger lo hizo, dijo justo las palabras que quería que alguien me dijera.
Estaba feliz por haber salido de aquella casa, por ahora poder tener el control de mi propia vida era increíble, poder salir de el apartamento sin que alguien me cuestionara y tratara de evitar que me fuera se sentía bien. Pero a la vez me sentía sola, sentía que ya no pertenecía a ningún lado porque cuando venían los chicos a visitarme eventualmente se iban con sus familias, Freddie se iba con Mary, Robert se iba a casa o con Francesca y yo me quedaba sola.

Publicado: 11/03/21
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𝐊𝐢𝐥𝐥𝐞𝐫 𝐐𝐮𝐞𝐞𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora