Capítulo 7: Orgullo Herido

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar.

Derechos Reservados.

Capítulo 7: "Orgullo Herido"

Houyo... querido y adorado Houyo ¿en dónde estaba? ¿Por qué no había acudido a la cita como lo prometió? Tal vez le había sucedido algo... oh! ¿Y si... decidía dejarla? Los rumores... tal vez los rumores... pero no, Houyo no sería capaz, recordaba como se había puesto cuando le contó a cerca de los planes de ese detestable hombre... no, él la ayudaría, claro que sí, debía confiar en su palabra. Seguro se había retrasado un poco, tal vez había tenido un inconveniente... además... ellos se habían marchado muy pronto, una hora después de la cita acordada ¿y si Houyo había ido a su casa con algo de retraso? Se llevó una mano a la frente, le dolía tanto la cabeza, le ardían los ojos de tanto reprimir el llanto y tenía un horroroso nudo en la garganta. Y peor aun, sentía una tirantez en la nuca de sólo saber que aquel insoportable hombre la escoltaba tras del carruaje.

Ella ladeó un poco el cuerpo y lo observó tras la ventana trasera. Aquel hombre iba con la mirada al frente, seria, la barbilla alzada como si fuera todo poderoso, pensó la muchacha haciendo una leve mueca, con las manos firmemente sujetas en las riendas de su caballo negro. Y observándolo bien... era...bastante atractivo y varonil. Se ruborizó ante el pensamiento sacudiendo la cabeza y volviéndola hacia el frente ¿pero qué estaba pensando? Ese hombre ¡intentaba arruinar su vida! No, debía odiarlo con todas sus fuerzas, se lo había prometido, mentiroso y ruin...

- No puede ser...- Murmuró su mamá, de pronto. Ella la miró intrigada y vio su rostro sorprendido que observaba hacia el exterior. Kagome dirigió la mirada hacia la de su madre y en ese momento el carruaje se detuvo.

La mansión en la cual estaban detenidos delante de ella, era enorme, parecía más un castillo que una casa común. Estaba situada al fondo, pues delante de ella tenía un grandioso jardín poblado de árboles autóctonos, flores y un sendero de piedra que conducía hasta los mismos pies de la casa. Cercada estaba por altos pórticos de acerco que se abrieron de par en par, entonces al carruaje le fue permitido entrar.

De la bulliciosa calle principal de la capital, pasaron a la senda solitaria y sigilosa del descomunal jardín, como si de pronto hubieran entrado a un solitario pueblo. Atrás quedó el bullicio, la gente, el caos de los carruajes. Ahora Kagome veía con ojos sorprendidos su entorno. La mansión estaba situada bien lejos y pasaron un par de minutos hasta cuando llegaron frente a ella. El carruaje se detuvo y entonces ella vio que en la escalinata de entrada a la morada, habían tres sirvientes. Una doncella, un mayordomo y un criado que se apuró a abrirles la puerta. Los padres de la muchacha bajaron primero mirando la alta cornisa de lo que parecía un castillo. Cuando Kagome puso un pie en el suelo, su mano fue tomada inesperadamente, ella se sobresaltó y la retiró inmediato cuando se dio cuenta que aquel hombre intentaba ayudarla a bajar. La muchacha arrugó la frente y le hizo casi un desprecio, mirando a otro lado e intentando parecer normal y no sorprendida ni por su "casa" ni por su trato.

- Bienvenido, joven amo...- Saludó el criado inclinando la cabeza.

- Gracias Toutossai, por favor, guie a mis futuros suegros hasta el salón.

Sin preguntar siquiera, tomó el brazo de la chica y la obligó a pasarlo por el suyo. Kagome lo miró con odio intentando alejarse de él, pero entonces el joven se inclinó muy cerca de su oído y murmuró.

- Será mejor que me sigas la corriente si es que no quieres no haya problemas...

- ¿Me esta amenazando?- Masculló irritada y mirándolo a los ojos. Él le sonrió con sarcasmo, era tan diferente a la sumisa Kikyo...

Culpable o NoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora