Capítulo 9: Desilusión por un Beso

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar.

Derechos Reservados.

Capítulo 9: "Desilusión por un Beso"

Volvieron a su aburrido pueblo aquella misma tarde, escoltados por Inuyasha. Cuando todos bajaron y mientras sus padres agradecían cordialmente la invitación, Kagome ni siquiera se despidió porque corrió rápidamente hacia el interior de su casa.

El señor Higurashi miró a su esposa con disgusto y ella sólo hizo una mueca de incomodidad. Tendría que hablar con esa chiquilla... seriamente...

- Yo...- Musitó mirando a Inuyasha, con pesar-... lamento el comportamiento de mi hija... no sé que le pasa... es una niña dulce y amable pero últimamente esta tan... bueno... usted ya la conoce un poco...

¿Conocerla? ¿En verdad podía decir que la conocía? La expresión de su rostro fue imperturbable, o al menos eso quiso denotar, porque en su interior sintió la semilla del remordimiento. Pero duró sólo un instante, el segundo en que recordó a la hermana, su fingido amor y la mentira de la pequeña para encubrirla. Sí, tenía el orgullo herido, pero más que eso, también el alma... y el corazón...

- No se preocupe... supongo que esta así porque esta nerviosa...- Sonrió fingidamente-... por la boda...

- De igual forma, hablaremos con ella- Aseguró el señor Higurashi, padre amoroso y comprensivo pero que a pesar de eso, era muy estricto en cuanto al comportamiento de las personas y a seguir estrictamente las reglas de la sociedad. Y Kagome, quien ya había cometido una falta al estar con un sujeto a solas en su alcoba, volvía a cometer una falta de educación vergonzosa. Eso no lo iba a permitir.

Inuyasha hizo una inclinación de cabeza y luego se marchó, no sin antes pedir el permiso para visitar a la "prometida" en un par de días más, a los cual los padres de la joven aceptaron.

Tras los suaves y semi transparentes cortinajes de su alcoba, Kagome observó al hombre de una forma en que jamás lo había hecho. Aprovechando que no podía ser vista, estudió con detenimiento su rostro parco, serio, inflexible. No podía evitar estremecerse cuando su mirada se encontraba con la dorada de él, casi dejándola sin aliento a pesar de saber que no podía verla. Había momentos en que ese hombre parecía cambiar de actitud, del resentimiento y la dureza, al abatimiento e incluso tristeza, pero sólo eran segundos, enseguida volvía a adoptar esa imagen resentida adornada con alguna sonrisa cínica.

Cuando él se marchó, Kagome se mordió el labio con nerviosismo.

Era por momentos... desconcertante... ¡oh! Pero no, no podía sentir lastima o pena por ese sujeto que decía odiarla y que lo único que tenía en mente era hacer de su vida una perdición.

- Kagome...

Ella volteó y vio a su madre entrar a la habitación. La muchacha suspiró sabiendo lo que le esperaba. Caminó hasta su cama y alzó en brazos a Buyo que dormía sobre la colcha, ella lo recostó en su regazo y comenzó a acariciarle las orejas.

- No quiero hablar, mamá...

- Pero vas a tener que escucharnos... – Interrumpió con autoridad, paseándose lentamente por la habitación-... tu padre y yo estamos muy avergonzados... ¿qué clase de educación has recibido en el colegio? ¿por qué te revelas de esa forma? Realmente me sorprende tu comportamiento... es cierto que eres algo impulsiva y... descocada otras veces... - Aseveró mirándola de reojo, pero la muchacha ni se inmutó-... pero esto ya es el colmo, tienes 16 años y ya eres una mujer.

Culpable o NoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora