Culpable o No

Capítulo 12: Abandonada

DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar.

Derechos Reservados.

Capítulo 12: "Abandonada"

Pensaba en el idiota, traicionero, cínico y mentiroso ¿Qué no decía ser un "caballero"? Un caballero ¡feh! Y ella... ella... que se había marchado junto con él... oh, claro, cierto, su presencia le era repugnante... prefería morir antes que casarse con él... ¡con él! ¡Oh! Se mordió el labio, herido, torturándose con el recuerdo de Kikyo. Pero... es que era igual, despreciándolo, humillándolo, sintiendo asco tal vez... ¿por qué? ¿Qué había hecho? ¿Por qué? Y él que pensaba... que estar casado con ella tal vez... tal vez...

Sintió rencor, tanto o más que antes. Porqué había caído otra vez, porque... de alguna forma... se había ilusionado... nooo ¿Qué había pensado? Estupideces solamente... tal vez... buscando consuelo para su corazón y orgullo herido... ¡Bah! ¡Esto le pasaba por idiota! Pero esa niñita se las iba a pagar... malcriada.

Apretó los dientes, tanto, que tenía la mandíbula adolorida. Buscó por varios caminos sin encontrar a nadie que pudiera darle información a cerca de un carruaje que había pasado por ahí hacía poco. Al final retrocedió y tomó el camino principal que llevaba hacia el puerto. No sería posible que Houyo la llevara por ese camino, precisamente el que estaba siempre plagado de asaltantes a la espera de futuros viajeros y exportadores que acarreaban sus riquezas.

Chasqueó la lengua e instó al caballo a galopar más aprisa. No había pasado mucho rato cuando, en medio de la oscuridad, vio una intensa luz anaranjada tras una loma. Arrugó la frente y apuró al caballo. Fue entonces, al acercarse, que vio el incendio... el incendio de un carruaje.

Y entonces palideció y sintió la sangre congelarse en su cuerpo. El caballo se detuvo de súbito al ver las grandes llamaradas, él miró con pánico a su alrededor, intentó que su caballo retomara la marcha, pero no lo lograba, algo lo inquietaba. Un caballo galopaba en su dirección a toda velocidad, Inuyasha vio con horror que quien se acercaba en el, con el rostro magullado y un traje arrugado, era nada más y nada menos que Houyo... ¡y venía solo!

- ¡Ey! ¡Detente!- Le gritó cuando pasó por su lado, pero no hizo caso, obligó otra vez a su caballo a seguir al otro, en pocos segundos lo alcanzó, Inuyasha lo derribó de su caballo y ambos cayeron al suelo, lo agarró de la solapa de su traje y lo miró lleno de furia- ¡Donde esta ella! ¡¡¡Donde esta!!!

- Son... son muchos... no pude... son... peligrosos...- Balbuceó.

Inuyasha retuvo el aliento, casi no podía creer lo que le estaba diciendo, lo zamarreó sin piedad.

- ¿¡La dejaste abandonada!? ¡¡¡Maldito bastardo!!!

Le golpeó el rostro de forma brutal, dejándolo medio aturdido y podría haberlo matado sino fuera porque lo dejó de inmediato y corrió hasta el incendio. Cuando se acercó lo suficiente, el humo lo sofocó y entre el escuchó un pequeño gemido y además voces masculinas.

A Inuyasha se le paralizó el corazón, abrió más los ojos, horrorizado, rodeó el coche que se incendiaba y cuando le dio la vuelta vio a un grupo de hombres, tres exactamente, uno de ellos sosteniéndola desde la espalda, los otros riendo e intentando acercarse pero no lo lograban porque ella daba de patadas y sollozaba asustada. Ni siquiera lo pensó, echó una mano al cinto y sacó su revolver y dio un solo disparo que le dio en el hombro del que sostenía a Kagome.

La joven gritó, quien la sostenía cayó al suelo del dolor y los demás voltearon para ver al desconocido. La chica había caído al suelo al igual que el herido y miraba atónita al hombre que se acercaba entre las llamas. Casi se le sale el corazón cuando se dio cuenta que era Inuyasha. Serio y siniestro, apuntando su arma a los otros dos que intentaban tomar revancha de parte del herido.