CAPÍTULO CUARTO.

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Hermione reapareció en un vestíbulo oscuro. Era una habitación inmaculada y vacía. En el centro de la habitación había una mesa circular lacada en negro.

Había un gran ramo de flores blancas sobre la mesa.

Ella se volvió lentamente. No quería perderse ningún detalle, pero las estúpidas alas de la capa actuaban como anteojeras. Solo podía ver de frente.

Había una gran escalera a la derecha. Los pasillos fríos conducían a la oscuridad y más adentro de la casa. Era una mansión y una enorme en función del ancho de la escalera.

-Hola, sangre sucia. -Una voz fría la dejó paralizada.

Dando la vuelta lentamente, encontró a Draco

Malfoy.

El era más viejo.

Su último recuerdo de él fue en quinto año cuando estaba en el escuadrón inquisitorial.

Había crecido más.

Él se elevaba sobre ella, y su rostro había perdido todo rastro de juvenilidad. Había una brutalidad peligrosa y refinada en la forma en que se comportaba.

La forma en que la miraba...

Sus ojos eran como los de un lobo; fríos y salvajes...

La letalidad en él era palpable. Mientras la miraba, ella se sintió segura de que él podría inclinarse hacia adelante y cortarle la garganta mientras la miraba a los ojos. Luego da un paso atrás, solo preocupándose de que no manche sus zapatos de sangre.

Él era el High Reeve...

La mano derecha de Voldemort. Su verdugo.

El había asesinado a sus amigos; Ginny, McGonagall, Moody, Neville, Dean, Seamus, el profesor Sprout, Madam Pomfrey, Flitwick, Oliver Wood... la lista seguía y seguía. Aparte de aquellos que habían sido torturados hasta la muerte inmediatamente después de la batalla final, todas las personas que sabía que estaban muertas después de la guerra, el High Reeve los había matado.

Las chicas le habían susurrado durante las primeras noches.

Hablarle del mundo del horror que se había perdido mientras estaba encerrada en Hogwarts.

No había pensado que él podría ser alguien que conocía.

Alguien tan joven.

El terror la invadió. No estaba segura de qué hacer para manejar el impacto.

Antes de que ella pudiera reaccionar, o incluso procesar la realización, sus ojos se clavaron en los de ella, y abruptamente se abrió paso en su mente.

La fuerza casi la hizo perder el conocimiento.

Su intrusión mental era como una espada, que se adentraba directamente en sus recuerdos. Cortó a través de la frágil barrera que ella trató de erigir con los jirones de magia interna que pudo convocar. Taladró sus recuerdos bloqueados.

Fue como si le hubieran clavado un clavo en la cabeza.

La precisión y la fuerza implacable.

No dejaría de intentar abrirse paso. Se sintió casi peor que la maldición cruciatus. Duró más de lo que pudo la maldición de tortura sin volver loco al receptor. Cuando finalmente se detuvo, ella se encontró tendida en el suelo.

Malfoy estaba de pie junto a ella, mirándola mientras ella se estremecía por el trauma de su intrusión.

-Entonces, realmente te has olvidado de todo. -dijo mientras la evaluaba-¿Qué es lo que crees que estás protegiendo en ese cerebro tuyo? Perdiste la guerra.

ESPOSAS. traducción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora