FLASHBACK TREINTA Y UNO.

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Abril de 2003.

Draco la llamaba. A menudo.

A veces, sus deberes en el ejército de Voldemort llegaban a su fin a última hora de la noche, pero la mayoría de las veces la llamaba en las primeras horas de la mañana. Hermione trabajaba en su gabinete de pociones o investigaba hasta que su anillo comenzaba a quemar.

Luego, salía de Grimmauld Place y se aparecía en Whitecroft.

Apenas cruzaba la puerta antes de que Draco apareciera, la agarraba y los apareciera en otro lugar. Siempre un hotel. Rara vez el mismo, incluso de una noche a otra.

La besaba, acunando su rostro entre sus manos, y se sentía como si la estuviera respirando.

Luego daría un paso atrás lo suficiente para mirarla.

—¿Estás bien? ¿Estás bien? ¿Te ha pasado algo?

Pasaría sus manos sobre ella para comprobar lo que pedía.

Cada vez la misma pregunta, como si no le creyera hasta que la verificara personalmente.

No esperaba que él estuviera tan obsesivamente preocupado.

Había observado su llegada inmediata a Whitecroft durante meses; la forma cuidadosa en que la había mirado después de haber sido atacada en Hampshire. Ella no había considerado cuán profundo lo atravesaba el miedo.

Se sentiría relajado bajo su toque mientras sus dedos recorrían sus brazos, sus manos y su columna vertebral.

—Estoy bien, Draco. No tienes que preocuparte.

Las palabras nunca parecieron tener ningún efecto. Giraba su rostro hacia él y la miraba a los ojos como si esperara encontrar algo en ellos.

Ella lo miraría y con calma y dejaría que se tranquilizara.

Fuera lo que fuese lo que le había pasado a su madre, Narcissa nunca se lo había contado completamente; ya sea porque no podía, o en un intento por perdonarlo. Retenerlo probablemente había sido la peor opción.

Draco era como ella. Estaba obsesionado con lo que no sabía más que con cualquier otra cosa.

Ella lo miraba a los ojos, —Draco, estoy bien. No me ha pasado nada.

Cuando estuvo seguro de que ella realmente estaba completamente ilesa, era como si una tensión dentro de él finalmente se rompiera, la tomaba en sus brazos, suspirando de alivio mientras descansaba su cabeza sobre la de ella.

Le hiciste esto, se recordó a sí misma, y ella envolvió sus brazos con fuerza alrededor de él. Adivinó dónde era vulnerable y lo explotó.

Pasó sus propios dedos sobre él, tratando de detectar cualquier herida en él antes de que él la besara de nuevo.

—Draco, déjame curarte.

—Draco, déjame curarte

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ESPOSAS. traducción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora