Toji gruñó, sacando la cabeza de debajo de la almohada y dándose la vuelta.
—Papá... —Decía el niño, tirando ligeramente de su pelo al ver que no le hacía caso. Lo agarró de los hombros desnudos, sus pequeñas manos apenas abarcaban la zona por entero, y lo sacudió con todas sus fuerzas. —Papi, despierta.
Apretó la mandíbula, molesto y a punto de darle un golpe al jodido mosquito, cuando se dio cuenta de que no era ningún insecto. Se incorporó al instante, alterado, y Megumi cayó de su espalda, donde estaba subido. Se escuchó un golpe.
—¿Qué pasa? —Se frotó los ojos, con el corazón latiendo a toda velocidad. Ni siquiera recordaba lo que había soñado, pero le parecía que había sido algo que no le había gustado. La luz que provenía del pasillo dejaba ver que no había nadie en su cama. —¿Gummi?
Su hijo subió a la cama de nuevo, de donde había sido arrojado casi volando, por accidente. Al menos había caído de rodillas y no se había hecho demasiado daño. Hizo un puchero infantil, acurrucándose al lado del hombre, que tomaba la camiseta del pijama que estaba a su lado y se la ponía.
—Papá, quiero ducharme, pero no puedo. —Una expresión de tristeza se abrió paso en su rostro y se escondió bajo las sábanas, abrazando el musculoso brazo del mayor. —No puedo estar de pie y sostener la cosa de la que sale el agua, me canso demasiado.
Alzó una ceja, procesando lo que le estaba diciendo, aún con el sueño pegado a la mente. Asintió, acariciando su cabeza, depositando un breve beso entre su pelo negro.
—Ve al baño, cariño. —Bostezó, viendo cómo el crío se bajaba del colchón y se disponía a salir de la habitación. —No, al del pasillo no. Al mío.
Megumi pareció ponerse más contento, ya que su padre pocas veces le dejaba estar en su baño privado. El lavabo del pasillo tenía una ducha, pero el del mayor era mucho más grande y tenía una bañera en la que podía hundirse y hacer burbujas.
El chiquillo desapareció por la puerta que estaba en la pared de delante de la cama, justo a la derecha. Toji suspiró, incorporándose.
Un par de minutos después —en los que, básicamente, se quedó mirando a la nada— entró al baño, encontrando a su hijo sentado sobre la tapa del inodoro, envuelto en una toalla que le quedaba enorme. La ropa descansaba en el suelo de baldosas de color crema y, entre los azulejos blancos, había un pequeño armario junto al espejo.
Se arrodilló frente a la bañera, al fondo de la estancia, que iba de pared a pared. Apartó la mampara y puso el tapón en el desagüe, abriendo el agua. Reguló la temperatura hasta que creyó que era lo suficientemente agradable y dejó que se llenara hasta poco más de la mitad.
—Puedes entrar. —Sonrió ligeramente a su niño, tomándolo de la mano para ayudarle a meterse dentro de la bañera. Su hijo se quedó encogido en uno de los extremos. Señaló el agua, moviéndola. —¿Está bien así?
—Sí. —Musitó el otro, alzando las rodillas y abrazándose a ellas, para que su padre no viera cómo las costillas comenzaban a notarse en su torso. No quería que viera sus defectos y se alteró cuando hizo el amago de irse. —¿Tú no?
Abrió bastante los ojos, esforzándose por despertar de una maldita vez y entender qué era lo que le estaba pidiendo exactamente.
Poco más tarde, Toji se ponía el bañador que usaba para ir a la playa y se metía en la bañera. Dejaba que Megumi se sentara entre sus piernas, mientras le aplicaba champú en el cabello con suavidad, haciendo pequeños círculos. Y, cuando fue a echar un poco más en su pelo, descubrió eso.
Un mechón de pelo negro adherido a sus manos.
Las sacudió nerviosamente, tosiendo un poco para disimular lo que acababa de ocurrir. Algo se rompió dentro de su pecho, algo se resquebrajó y dejó lleno de cristales sus pulmones. Ni siquiera recordaba cómo era respirar con normalidad. Cerró los ojos con fuerza, agarrando el mechón que amenazaba con flotar en el agua, y lo mantuvo detrás de él, con el corazón roto. Completamente roto. Sabía que debía mostrarse fuerte ante su hijo, para que no se desmoronara también y agradecía el hecho de que le estuviera dando la espalda.
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Love of my life || TojiSato
FanfictionToji Fushiguro sólo tenía a una persona a la que consideraba el amor de su vida. Y la vida era tan injusta, el ser más puro e inocente de aquel sucio mundo había sido castigado con algo que no merecía. Megumi estaba enfermo, condenado a las inyeccio...