Alendra Mac
Observo su angelical y bello rostro mientras la mantengo abrazada pegada a mí, su cercanía es tan placentera. No quiero que le suceda nada, cuando encuentras a alguien y te ilusionas tan pronto una voz en tu interior dicta que es la indicada y que jamás debes perderla, y yo, yo no quiero estar sin ella, sin sus labios, su mirada y su ternura.
Su amigo no me da ni una pizca de confianza y no aparto de mí mente que en algún otro lugar lo he visto antes que ayer en el edificio donde viven Sara y Ferrell.
—¡Ah, ya entiendo! —expresa cuando le digo que investigaré a su amigo, no sólo por ella sino porque me resulta extraño que sea su amigo y también lo haya sido de Gabriela sin que ella lo mencionara jamás—. ¿Sabes? Comprendo todo lo que sentiste por ella, es la madre de Gavril, pero no espero que se convierta en una sombra en mi vida y no quiero que por lo que haya sucedido con ella ahora te encuentres paranoico pensado que conmigo sucederá lo mismo —abunda mostrándose molesta.
No pretendo compararla, nunca lo haría, no sólo porque son completamente distintas, si no porque ella es mi presente y anhelo que sea mi futuro, aunque para pensar ello es demasiado pronto y Gabriela es parte de mi pasado, un pasado que jamás volverá, aún cuando estuviese viva no podría estar con ella cuando me ocultó tantas cosas.
—No pretendo que Gabriela sea tu sombra —respondo cuando se ha quedado callada—. Ella fue importante y lo será siempre porque gracias a ella tengo a Gavril, pero no significa que las compare. No son en nada parecidas, en nada, bonita —beso ligeramente sus labios.
—Creo que Fénix y Félix me han dejado con traumas —responde aún sería—. Ambos parecían tener una fijación con mi apellido y ahora pienso que tú también —desvía su mirada de la mía y la tomo por la barbilla obligándome a verme.
—Era rubia, delgada y alta; tímida y un tanto insegura. Tú —beso sus labios—, eres una hermosa castaña con los ojos marrones más bellos que jamás he visto, no necesito decir nada de tus curvas porque me veré como un pervertido y tu estatura —sonrío y vuelvo a besarla—. Amo que no pases de mi hombro, es placentero encorvarme para degustar de tus labios —abro mis labios para jugar con los suyos—. Me enloquece tu desinhibida y segura forma de ser, la manera en la que me enfrentaste en mi casa y después en el departamento de Ferrell, me hechizó, ¿quieres una confección? —cuestiono y ella sonríe—. Me volveré loco por ti, de ello estoy seguro —me apropio de sus labios y le doy un intenso beso.
—Me agrada la idea —habla cuando hemos separado nuestros labios—. Porque yo no te he dejado de pensar desde que me tomaste de la cintura para acercarme a ti. Sólo anhelaba besar tus labios—sonrío ante su confesión y vuelvo mis labios a los suyos, que para ser muy honesto son realmente exquisitos.
Me siento como un adolescente experimentando su primer amor, es como si todo dentro de mí se removiera cuando ella se encuentra cerca y más aún cuando nuestros labios se fusionan en un ritmo perfecto al besarnos.
Sin duda María es una hechicera porque me tiene atontado contándole los segundos al día para verla.
—Ahora son tuyos y puedes disfrutar de ellos cuando quieras —sonrío sobre sus labios.
—Que bien, porque aún sin tu permiso pretendía devorarlos —nos volvemos a besar.
—Creo que estamos llamando demasiado la atención —expreso sobre sus labios.
Corroboro que me siento en las nubes junto a ella, además de actuar como un hormonal adolescente completamente desinteresado en si somos o no el blanco de varias miradas.
—Entonces llévame a ver a Gavril que no sólo he aceptado ser tu novia porque que estés guapísimo, si no porque tu bebé me encanta y sé que yo a él —suelto una pequeña carcajada.
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𝐀𝐌𝐎𝐑 𝐐𝐔𝐄 𝐌𝐀𝐓𝐀
Romance••✦••┈┈┈┈┈┈••✦•• ❀ ••✦••┈┈┈┈┈┈••✦•• ••✦••┈┈┈┈┈┈••✦•• ❀ ••✦••┈┈┈┈┈┈••✦•• ¿Qué puede suceder cuando pretendes proponerle matrimonio a tu novia, pero ella antes de conocerte salió con un psicópata y está obsesionado con recuperarla? Bruno Castel...