Capítulo 1

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Me siento nervioso y feliz a la vez, en un par de horas le pediré a Gabriela se case conmigo, había dudado que fuese lo correcto, pero ahora estoy convencido que ella es la indicada para compartir mi vida, el tiempo que pasamos juntos es agradable y yo ya no soy un adolescente para seguir en busca de amores momentáneos.

Gabriela era una chica joven a la que he aprendido a querer al pasar de los meses que hemos compartido, es comprensiva y dulce, y eso me hace sentir cómodo.

—¡Maldito día! —escucho la voz de Fernando, mi mejor amigo, anestesiólogo y pediatra; cuando terminamos nuestra última cirugía de turno.

—Jamás dejas de quejarte —respondo sonriente mientras me quito los guantes y gorro quirúrgicos.

—Claro, tú, lo dices porque eres un maldito con suerte. Eres el mejor neurocirujano del país, eres dueño de la cadena hotelera más grande del continente y tienes una mujer hermosa por novia —sonrío con amplitud ante lo último—. Francamente no comprendo qué haces trabajando aquí cuando podrías sentarte a mandar a medio mundo desde una cómoda oficina.

No comprendo porque Fernando no vive una vida de lujos y ostento cuando es heredero de parte de la fortuna de la familia Prats, siendo estos la familia más adinerada del país y me atrevería a decir que del continente, si hay algo que tienen los Prats además de ser unos egocéntricos narcisistas, es dinero. Pero ese es un tema del cual Fernando nunca habla a pesar de que somos amigos desde hace mucho.

—Quizá tu vida se convierta en un maravilloso sueño cuando encuentres a la chica indicada y hagas todo con verdadera pasión, amo ser médico y lo sabes, así que prefiero pasar mis horas en un quirófano salvando vidas que mandar a un grupo de personas que de seguro se encuentran hastiados de su horario laboral.

En ocasiones me resulta extraño que Fernando actúe como si nuestra profesión fuese una carga. Es muy dedicado como pediatra, he visto la dulzura con que trata a cada pequeño paciente, pero cuando le pido que me acompañe en las cirugías como anestesista siempre parece aceptar porque no le queda otra opción.

—En cuanto a mi novia, no niego... —digo saliendo de mi breve análisis ante el comportamiento de mi mejor amigo— soy un hombre afortunado, tú, deberías de sentar cabeza, que llegues a más de treinta años sin haber conocido el amor, creo que es deprimente —me burlo.

—¡Ah, claro!... búrlate —responde bromista— Pero aceptando las cosas como son, amo mi libertad. No me imagino tener que estar con una sola mujer, me suena aburrido y eso... —sonríe— creo que si es deprimente —palmea mi hombro mientras me guiña un ojo, muevo la cabeza en negativa sonriendo.

Pienso que para estar con alguien no necesitas perdidamente enamorado, simplemente debe haber compatibilidad para poder disfrutar estar con esa persona, el amor llega con la convivencia, cuando ya conoces a la persona con la que te encuentras.

Y pensar que un par de años atrás también huía de la estabilidad que una relación monógama puede brindar. Aunque comprendo el sentimiento de mi amigo, lo vi bastante devastado cuando Nina volvió a alejarse de él.

—Ya verás que estar con una sola mujer es extraordinario cuando se trata de la mujer indicada —verbalizo mis pensamientos.

—Gabriela seguro te hizo lavado de cerebro —se burla y caminamos hacia una de las salas de espera para informar a los familiares de nuestro paciente que todo a salido bien.

Después de recibir agradecimientos y abrazos por parte de ellos me dirijo a mi consultorio para terminar el día. Esta profesión es realmente gratificante y más aún cuando es tu pasión.

—Nos vemos en un par de horas —dice mi amigo cuando pasa por mi consultorio para despedirse.

—Okay. Tan sólo te pido que te no te ligues a todas solteras de esta noche —lo molesto y él sólo gruñe como respuesta antes de cerrar la puerta e irse. De seguro pretende llevarse a la cama a más de una.

𝐀𝐌𝐎𝐑 𝐐𝐔𝐄 𝐌𝐀𝐓𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora