Capítulo 30

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Alendra Mac


MARÍA

Sonrío al ver la pantalla de mi móvil son las seis con veinte y estoy a la espera de que Bruno venga por mí para llevarme a la universidad como cada mañana desde que estamos juntos, mi vida es perfecta estando con él.

Beso la imagen en la pantalla, Bruno me encanta y Gavril me vuelve loca de ternura, los amo a ambos. Coloco mi bolso sobre mi hombro antes de salir de mi cuarto para esperarlo en la entrada, sé que no tardará en llegar, es sumamente puntual.

Veo el anillo que decora mi dedo anular y no paro de sonreír, soy su prometida y la mujer más feliz del universo por ello.

Vuelvo a sonreír al ver que su coche se detiene frente a la pensión, lo veo vestido son un pantalón casual y una camisa blanca pegada a su torso cuando se dirige hacia mí mostrándome su hermosa sonrisa. Bruno realmente es un hombre muy atractivo.

—¡Buenos días, mi amor! —me saluda con un intenso beso que casi me quita el aire.

—¡Buenos días, amor! —respondo cuando nuestro efusivo saludo finaliza.

Me abre la puerta del asiento del copiloto y me da un ligero beso en los labios antes de cerrar la puerta.

Dejo salir un bostezo de cansancio cuando estamos detenidos en un semáforo. Siento la mirada de Bruno puesta en mí y volteo para verlo. Besa mi mano que lleva entrelazada a la suya sobre la palanca de velocidades.

—No hay necesidad alguna de que trabajes —me habla viéndome y sin despegar del todo mi mano de sus labios.

—No voy a depender de ti aunque seas un hombre con tanto dinero —le digo sonriente.

—Lo sé, mi amor, pero detesto verte agotada, no hay necesidad de que te trasnoches —suelta mi mano para acunar mi rostro y atraer mis labios a los suyos dejando un breve beso.

—Estoy bien y conduce que el semáforo ha cambiado o armarás un caos vial —me sonríe.

—¡Testaruda! —dice con la vista puesta al frente y entrelazando nuestras manos nuevamente para después llevarla a sus labios—. Te amo, bonita —habla sobre mi dorso.

—Y yo a ti, Bruno —sonrío feliz.

Llegamos hasta la universidad. Abre mi puerta como es usual, amo que sea tan atento y caballeroso, no tengo duda que con Bruno me he sacado la lotería. He sido muy afortunada de conocerlo.

—Podrías pasar la tarde entera conmigo y con Gavril —retoma el tema rodeando mi cintura al pegarme a él, sonrío agachando por un segundo la mirada ante su insistencia.

—Te amo, Bruno. Sabes que amo compartir mi tiempo contigo y con Gavril, pero no voy a dejar de trabajar, haciéndolo me siento bien conmigo misma —digo viendo sus hermosos ojos, que me ven como si me venerara.

—Yo te amo más, bonita y me encanta tu independencia, aunque me encantaría que aceptaras mi ayuda, ya trabajarás cuando seas abogada —acaricia mi rostro y sus ojos siguen el recorrido de su mano.

—Bruno, ya hemos discutido esto decenas de ocasiones y sigo en la misma posición.

—Eres realmente admirable, mi amor.

—Te amo, Bruno —me cuelgo de su cuello.

—Te amo, bonita. Te amo como nunca me imaginé que podría llegar a amar —me ve a los ojos y yo escondo mi rostro en su torso mientras él me estruja—. Te veo en un par de horas, testaruda —me atrae hacia sus labios colocando su mano detrás de mi cuello—. Te amo, bonita —pega su frente a la mía y yo sonrío plenamente feliz.

𝐀𝐌𝐎𝐑 𝐐𝐔𝐄 𝐌𝐀𝐓𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora