Capítulo 45

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MARÍA

Bruno trata de tranquilizarme mientras camino de un lado a otro en la sala de espera del hospital, intentó mantenerle tranquila, pero me resulta imposible ya han tardado demasiado en la intervención de Félix y nadie sale a darnos informes sobre su estado.

Veo a mis padres salir de un pasillo presionando sus brazos, han sido donadores de sangre para mi amigo y aunque también quise serlo puesto que casualmente todos somos del mismo tipo, no he podido debido que mi estado de salud, mi anemia aunque no es severa no me permite ser donadora.

—Amor —Bruno se dirige a mí—. Ha pasado tan sólo una hora, la Artroscopia de muñeca requiere de dls horas —me hace saber. Para mí esos minutos han sido horas y quiero que ya alguien nos haga saber que Félix estará bien.

—Ven a sentarte —pide mamá al pasar a mi lado.

Aunque evito hacerle caso, ella me toma suavemente por el brazo para hacer lo que me pide. Me lleva hasta el costado de Bruno quien me arropa entre sus brazos enseguida.

—Él estará bien, ¿verdad? —pregunto a Bruno con los ojos empapados.

—Mi amor, ustedes se dieron cuenta a tiempo. Félix estará bien, tan sólo ahora habrá que obligarlo a recibir terapias porque lo volverá a intentar si no supera lo ocurrido, ¿comprendes?

Me destroza aún más el saber que Félix intentará atentar contra su vida nuevamente si no recibe ayuda profesional, es tan doloroso por todo lo que ha atravesado. No comprendo cómo un padre puede hacerle tanto daño a sus hijos, cómo el padre de Félix, que es también el de mamá pudo dañarlos de tal manera, a ellos y a sus hermanos, no cabe duda que era un monstruo. Aún me cuesta asimilar todo lo que mamá me ha contado durante el tiempo que llevamos juntas, ella es una mujer muy fuerte y es una mujer realmente admirable.

—Lo han pasado a la sala de recuperación —nos hace saber Fernando cuando llega hasta nosotros. Ha estado durante la intervención de su hermano.

—¿Estará bien? —cuestiono aún dudosa.

—Sí, María. Mi hermano no sufrió gran pérdida de sangre gracias a que lo descubrimos a tiempo y actuamos con premura. ¿Podrían ser ustedes los que pasen a verle cuando despierte? —cuestiona con la voz afectada.

De mis labios no salen palabras, sólo asiento con la cabeza. Y es que no pretendo despegarme de Félix mientras se encuentre en el hospital y ahora no dejaré que se rehuse a recibir ayuda profesional. Él fue mi primer amigo al llegar a la universidad y no pretendo que siga atravesando por todo sin que entienda que hay personas que en verdad lo amamos y no dejaremos que se hunda más en su dolor.

—Ve a descansar —le sugiere Bruno.

—No —responde de inmediato—. Tan solo necesito asimilar esto, necesito entender qué carajos debo hacer —se rompe y soy la primera en abrazarlo. Siento sus brazos estrujarme mientras llora sobre mi hombro, no puedo contenerme y lloro al igual que él.

—Nada de esto es culpa tuya, Fernando —es la voz de mamá—. Todo es consecuencia de ese hombre, ya no podemos permitir que nos siga haciendo daño después de su muerte.

—Nos dejó jodidos —habla Fernando al separar de mi abrazo—. Yo debí hacer algo, debí actuar a tiempo y fui un cobarde al dejarlo atravesar todo estando sólo.

—No sabíamos... —lo interrumpo—. Nadie podía saber lo que él cargaba.

—¡Yo sabía, yo sabía que él estaba dañado, sabía que debía protegerlo, sabía que sólo me tenía a mí y no pude con eso, tuve miedo de destruirlo más, porque pesaba en mi alma la muerte de nuestra madre, que no estuviera allí para rescatarlo a él, el no darme cuenta del enfermo que tenía por padre. Yo le fallé, le fallé como le he fallado a todos! —habla con desesperación y dolor—. Y como siempre, volví a fallarle —susurra—. ¡¿Qué hubiese sucedido si tú no llegas al departamento? ¿En qué momento me hubiera dado cuenta que mi hermanito intentó quitarse la vida? María, soy el peor hermano! —vuelvo a abrazarlo.

𝐀𝐌𝐎𝐑 𝐐𝐔𝐄 𝐌𝐀𝐓𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora