Capítulo 44

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MARÍA

Aún siento que mis manos tiemblan cuando pienso en todo lo ocurrido un mes atrás, aunque hayan pasado varias semanas de haber presenciado el asesinato de Sara, quisiera que todo fuese una terrible pesadilla de la cual todos despertaremos, pero no tenemos la fortuna de que sea así. Ella ya no volverá y mi amigo seguirá con el alma y el corazón heridos; no dejo de reprocharme el haber desconfiado de él.

Veo a Gavril dormido estando en su cama y no puedo evitar que una lágrima se deslice por mi mejilla, jamás tendrá la oportunidad de conocer a su madre y sé que no soy la sustituta de ella, pero sin importarme lo que la vida me depare para el futuro, me mantendré aquí para él, es mi bebé ahora y voy a darle todo el amor que a Fabiola le privaron darle.

Félix se encargó de explicarnos todo lo ocurrido con Fabiola. Ver el rostro de Bruno tan descompuesto mientras escucha el relato de mi amigo, me hizo saber lo importante que fue ella en su vida, vi imágenes suyas, era una mujer hermosa, es tan doloroso el saber que el amor de Fergus terminó por ser un amor que mata.

—¿Irás a la universidad? —me cuestiona Bruno al llegar a la habitación de Gavril. Habla en un tono bajo para impedir que nuestro bebé se despierte, aunque ambos sabemos que duerme como un oso en invierno.

Se sienta enseguida y me llama a sentarme a su lado dejando a un lado el bastón con el que se apoya para caminar tras recibir el disparo, pese a las semanas transcurridas aún siente molestias.

Cuando me llevaron al hospital de vuelta para verle puede explicarle todo lo que había ocurrido, entendió y agradeció de Félix sólo buscara protegerme, y un par de semanas después, mi amigo nos pidió hablar para contarnos todo.

—No —respondo a su pregunta al sentarme a su lado—. Iré al departamento de Fernando, quiero pasar tiempo con Félix —le hago saber y mis ojos se inundan.

Él sabe que me duele demasiado el ver a mi amigo tan destrozado y la impotencia que experimento al saber que no puedo hacer nada para que se sienta mejor.

—¿Aún se niega a ir a terapia? —cuestiona y respondo un "sí" con la cabeza.

Sé que aún ha pasado muy poco tiempo desde su pérdida, y también sé que debe vivir su momento de duelo, me aterra que pueda atentar contra su vida, le hemos pedido que acepte ayuda psicológica, pero se rehusa argumentando que merece vivir con ese dolor, que lo único que en realidad desea es morir y yo no quiero eso suceda, mi amigo no puede acabar así, la vida le debe otra oportunidad después de todo lo que ha vivido.

—Va estar bien, hay heridas que tardan en sanar, pero al final cicatrizan —me abraza y yo lloro recordado a Félix.

Ahora mi amigo no es ni la sombra del que antes fue, al chico sonriente y amable al que conocí, ese que sólo me demostraba podía confiar en él mientras su primo manifestaba rechazo y odio hacia mí.

—Te llevaré al departamento de Fernando —se coloca de pie con apoyo de su bastón.

—No te preocupes, mamá y papá pasarán por mí, también irán ha visitar a Fernando —le hago saber y él me sonríe.

—Tus padres —dice sonriendo y sonrío al igual que él.

De todo lo terrible que ha sucedido, ellos son lo único bueno. El que ahora ya no sea más la chica huérfana me ha hecho muy feliz, no es que el apellido Expósito me pesara, es el que ahora tenga la fortuna de haberlos conocido y saber que siempre me amaron, que el que no creciera con ellos fue por la maldad de un sujeto que dañó a tantos.

Me limpio los ojos al colocarme de pie cuando escucho que Gavril se remueve en su cuna, enseguida Bruno hace lo mismo llegando a mi lado cuando estoy levantando en mis brazos a mi bebé, él me sonríe a penas me ve. Amo como su dulce rostro se llena de alegría al verme cuando despierta o llego de la universidad.

𝐀𝐌𝐎𝐑 𝐐𝐔𝐄 𝐌𝐀𝐓𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora