Mashiho no tarda en darse cuenta del extraño comportamiento de su superior. Intercambian palabras, pero cada una de ellas por compromiso y trabajo.Entra por quinta vez a la oficina en silencio, por más agotador papeleo, tal vez fin buscando atención.
—Puedes acercarte unos minutos, por favor— Con esperanza, camina hasta el asiento de su jefe, pero de nuevo solo es cuestión profesional, observa la pantanda del portatil viendo unos cuantos porcentajes, por lo menos hasta que nota maquillaje en su cuello del mayor. Pasea sus dedos por la zona, y Junkyu no hace más que soltar un fuerte jadeo, entrando en estado de pánico. — Hey, ¿Qué haces?
—¿Eso es un chupon o un moretón?
Hace una búsqueda exhaustiva, intentando dar con otro, y lo encuentra.
Junkyu no hace más que rendirse, por mucho que esté enojado por la evidente invasión a su privacidad, era Mashiho el que lo hacía.—Entonces son chupones— "No son celos, es solo curiosidad" se repetía el mayor con intensidad, para así poder creérselo.
—Sí...
—No recuerdo haberlos hecho.— Se da cuenta de lo estúpido que va a quedar si trata de reprochar o pedir explicaciones. Él no es nadie, y también reconoce su lugar.
—Porque lo hizo alguien más, y ahora está en vista de todos, regaste el maquillaje Mashiho.— Junkyu cubrió su rostro frustrado, entonces el menor se vio cubierto de pura culpabilidad. tomaría todo cargo, y resolvería el nuevo problema de su jefe.
—Regreso en un momento.
Y gracias a sus buenas relaciones con los demás en el área, con ayuda de una compañera, consiguió la base perfecta para Junkyu. Al entrar de nuevo a la oficina el adulto se ve más estresado. Supone que le sucede algo más, aparte de que arruinó su coartada.
—Junkyu, ya encontré una solución ¿Puedes relajarte? Lo siento.
Mashiho se acercó, apenado por su inmadurez. Dejó la base en el escritorio, pidió una nueva disculpa por no encontrar como esparcirla.
—No te preocupes.
—Podría echarla, si quieres.
Junkyu lo pensó seriamente, y terminó por acceder.
—¿Sucede algo más Junkyu? ¿Algo en lo que pueda ayudar?— El nombrado observó sincera vergüenza en los gestos del menor. No soportó el trato que el mismo se impuso, y depositó un casto beso sobre la frente de Mashiho, que sonrió con alivio después de ello.
—Eres tan precioso.
Mashiho terminó de untar el maquillaje, procurando que se viese lo más natural posible, pero ignorar las palabras del otro hombre era trabajo imposible, y sus rosadas mejillas lo estaban pagando.
—Pensé que estabas enojado conmigo.
Junkyu no estaba enfadado con nadie, solo consigo. Primero, sentía culpa por haberse acostado con alguien que no fuese Mashiho, y después de pensarlo, de entender que no le debía nada al japonés, todo lo anterior se le hizo estúpido, pero aquello también le causaba conflicto. Era un bucle del cual no podía salir.
—No lo estoy.
—¿Lo prometes?
—Lo prometo.
Había pasado noche junto a Yoshi, quién al igual que él pasaba aquellas festividades a solas. Sus padres siempre se iban esa misma fecha al extranjero, y Junkyu siempre se negaba a ir, además de ya haber estado una buena cantidad de tiempo fuera de su zona de confort.
Entonces pasó un buen fin de semana, se llevaba estupendo con el otro adulto, justo como cuando eran jóvenes y no tenían un montón de preocupaciones en su espalda. Rieron, recordaron varias anécdotas, y congeniaron muy bien.Toda esa charla casual, acompañada con vino en una noche fría, los llevo a desahogar sus penas en la cama. Junkyu estuvo a punto de arrepentirse cuando se vio a si mismo gimiendo en los brazos de otro; pero fingió tener fuerza de voluntad, y se dejó llevar por las sensaciones más que por sus ingenuas emociones.
No estaba enojado, solo confundido.
Y la persona que menos necesitaba en su zona de trabajo, entró como si de el lugar más concurrido y menos respetado se tratase. Mashiho dejó lo que hacía para tomar una buena postura frente al recién llegado, haciendo una rápido reverencia.
—Buenos días.
—Buenos días, ¿Mashiho?
—Sí señor.
—Dígame Yoshi, por favor.
Mashiho asintió con una pequeña curva en sus labios, formando una amigable sonrisa; que no tardó en desaparecer cuando su nuevo superior besó los labios de su encantador hombre, muy lento, como si le perteneciera.
La presión en todo su cuerpo disminuyó, sus ojos ardieron, mientras su rostro simulaba estar en llamas. Cruzó sus brazos, buscando consuelo en ellos, esperando que la espantosa imagen terminara para borrarla de su débil memoria.
—Creo que... ¿Ya puedo retirarme?— En realidad debió hacerlo hace muchos segundos atrás, pero aún esperaba ordenes.
—Sí, gracias Mashiho.— Junkyu negó hacer contacto visual con el susodicho mientras hablaba, deseando que se fuera de ahí lo antes posible, y Mashiho entendió que su presencia era la menos deseada, así que huyó de ahí lo más rápido posible, cerrando con fuerza la puerta tras si.