—¿Por qué estás pálido?— Mashiho preguntó, ignorando las demandas.
Había presenciado todo lo anterior, desde el otro lado del lugar, con una vista "estupenda". Sus manos temblaban mientras tomaba del agua helada, sintiéndose patético por la ansiedad que le causaba ver a el chico encantador besar a otra persona diferente a él.
Pero lo respetaría, dejaría que hiciese todo lo que quisiera porque al fin y al cabo ¿Quién era él para no dejar que disfrutase de una maravillosa noche en Nueva York?
Tardó en darse cuenta que algo andaba mal, que Junkyu se tambaleaba entre toda la gente.—¿Por qué tardaste tanto? Dime Mashiho...
—Pensé que-
—Te odio, ¡me dejaste!— El mayor se sostenía sobre sus propias rodillas, tratando de lidiar con los efectos, descuidando sus palabras— Te odio tanto.
—¿Qué ha pasado Junkyu?
Mashiho opto entonces por localizar a la chica con la que su Jefe había estado minutos antes, ella tendría que explicarle, pero no podía volver a dejarle, ya se le era difícil soportar palabras tan duras.
—¿Por qué te fuiste? Responde, no quiero que lo hagas, no quiero que... No te puedo perder, pero tú...— Junkyu empezaba a delirar, o a entrar en una etapa de honestidad.— No me quieres, ¡No lo haces como yo a ti!
—Debemos salir de aquí, estás drogado.
—¡Exacto! Estoy jodidamente drogado y asustado, ¿Donde estabas?— Se colocó en pie, balanceándose mientras trataba de recobrar el equilibrio, a lo que Mashiho le ayudó tomándole de los hombros.
—Tenemos que irnos, Jun.
Y agarrándole de la muñeca, salieron del oscuro lugar incendiado en luces. Junkyu seguía quejándose, ahora de lo que Mashiho suponía una pelea consigo mismo. Al entrar al ascensor no fue tan diferente, pero la elocuencia del mayor se iba desgastando poco a poco.
—¿Tomaste la mochila?
—Sí, pronto estarás mejor.
—¿Arruiné tu noche?
—Claro que no, pero te lo advertí— Mashiho alzó la voz, estaba dispuesto a regañarlo, porque estaba tan preocupado que podría desmayarse si no comía algo dulce a causa de su intolerante presión— Te lo dije, ¿Por qué lo hiciste? Si te hace daño, ¿¡Por qué!?
—¿Es mi culpa?...
—Creo que tienes la edad suficiente para decir que no, pero ignoraste mis putas palabras.
"Es mi culpa"
El ascensor se abrió, mostrando a los recién llegados. Cruzaron entre ellos, Mashiho sosteniendo a Junkyu, que parecía no tener ganas de decir una sola palabra; pero aún no podía caminar por si solo. El menor pidió con dificultad las llaves en recepción, donde le pidieron esperar en la acera pues el Botone se encargaría entregarle el auto justo en la entrada. Mashiho no cargaba con su licencia, pero gracias a su padre había asistido a las clases de conducción.
—Lo siento si fui muy duro, pero en serio, no puedo cuidar de ti siempre Junkyu,si eso es lo que me reclamas.
El hombre tenía la mirada perdida en cualquier lugar que le mostrase el cristal. Las noches en aquella ciudad eran tan grises que solo empeoraba su estado de ánimo.
—Junkyu, por favor di algo.
—¿Que mierda quieres que te diga? Ya sé que no eres mi niñero.