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El par despertó a eso del medio día, cuando el sol de Nueva York es tan picante como irritante; y Mashiho había olvidado colocar bien las cortinas antes de caer rendido en la cama matrimonial.
La noche anterior había sido pesada para las dos partes, aunque terminaron solucionando el malentendido más rápido de lo que se hubiesen imaginado, el malestar seguía intacto.
Junkyu abrazaba a Mashiho por toda la extensión de sus hombros, aspirando a hacer mucho más que eso, pero con miedo a ser rechazado, que el menor creyese que era un impaciente.
Pero fue el mismo japones quien se atrevió a dejar un delicado beso sobre los labios del contrario, comprendiendo que debía dar el primer paso después de las amarga discusión.

Tus ojos siguen hinchados, ¿Duele?— Fue lo primero que se le ocurrió decir al menor.

Un poco, pero estaré bien.

Quedaron otro rato en silencio, escuchando solo los ruidos de la muy habitada y famosa calle.

Ayer me costó llegar hasta aquí, fue una odisea.

—Creo que también me hubiese perdido si fuese la primera vez que visitara esta ciudad.— Junkyu le animó.

Y no dejabas de sacar la cabeza por la ventana, parecías un cachorro.

—¡Me estaba ahogando! y era por tu perfume.

Ahora los dos se abrazaban, entrelazando sus piernas. Mashiho acariciaba la amplia espalda del hombre y dejaba pequeños beso húmedos en su pecho, disfrutando de su aroma natural.

Si quieres hablar más de lo que te sucedió ayer, estoy para escucharte.—  Takata juraba haber tenido pesadillas con aquella confesión. Era algo demasiado grave como para dejarlo pasar, temía por las consecuencia y repercusiones que podía tener en su mayor todo el asunto.— Te creo.

—Tengo recuerdos muy vagos, aunque en un futuro pueda acordarme del todo, nuestra discusión es lo que más tengo presente.— Junkyu no mentía, aunque el simple hecho de recordar el rostro de la chica le llenaba de angustia, entendía que con otro tipo de ayuda podría superarlo.— Por ahora no quiero hablar de eso, espero que entiendas.

Claro que lo hago, cuando tu quieras.

Junkyu empezaba a acariciarle con parsimonia, deseando algo más al recorrer sus cuerpo con benevolencia, dejando un camino de besos desde su barbilla hasta su cuello, mordiendo y lamiendo este como solo él sabía hacer.

El menor mantenía sus ojos cerrados
jadeando, con miedo de abrirlos y que fuese un sueño.
Junkyu empezaba a bajar por sus pectorales, delineando su silueta.

Kyu~ Espera, debemos ducharnos.

—Ayer en la noche lo hicimos, podemos esperar un poco...

—Bueno, entonces lavar nuestros dientes, ¿Bien?

Junkyu rió.

Bien.

El Coreano amarró su bata solo desde su cintura, en cambio Mashiho se cubrió por completo. En el baño hicieron lo que prometieron y lavaron su rostros entre risas. Entonces Junkyu se atrevió a quitar la tela que el menor llevaba puesta con lentitud, paseando sus dedos por toda la piel de su amante.
La espalda de Mashiho rozaba con el pecho del mayor.

Me encanta sentirte así.

Porque todo para Junkyu era intimo cuando del japonés se trataba.
Empezó  con besos en sus hombros, para ir bajándolos por toda su espina dorsal hasta llegar un poco más arriba de sus gluteos, donde con poca fuerza le dio media vuelta al cuerpo desnudo del contrario.
Como era su especialidad, tomo el miembro ya erecto del hombre, y lo metió con gentileza en su boca, dando un pequeña lamida, solo para seguir su camino y continuar besando sus piernas, mientras Mashiho suspiraba a causa de los temblores prominentes en sus muslos.

Junkyu se colocó en pie una vez más, sin parar de masturbarle con su mano derecha, mientras con la izquierda Jugueteaba con su entrada. Pensó en cómo podía hacer sentir mejor a su chico, así que tomo el tarro de lubricante, aún sabiendo que no quedaba tanto, y esparció el liquido entre sus manos. Continuó con lo que anteriormente hacía, pero esta vez besó con furia los bonitos labios de Mashiho,  queriendo que gimiese sobre los suyos.

Pero Mashiho frenó el gratificante momento.

Como puedo decirlo sin que suene extraño...

Junkyu temió por lo que diría.

—¿Puedo...? Olvídalo.

—No, dime.

—Esta vez, quiero tenerte encima mío...

Por otro lado, terminó riendo. Mashiho no  vio mucha gracia, o encontró algún chiste.

Por dios Mashiho, ¿Cuantas veces no lo has hecho cariño? ¿Te parece extraño?

Junkyu tomó su barbilla, y lentamente alzó su rostro, colorado hasta la punta de su nariz.

Entonces ¿Quieres verme saltar un poco?

—Oh dios...

Mashiho no admitiría que las palabras de su jefe habían hecho efecto, porque nunca había tenido tantas ganas de verle hacerlo sobre si.

No perdamos tiempo. 

Junkyu mantenía el control de la situación. Le guió con emoción a la cama, con todo lo necesario. Tumbó en la cama a su colega sin cuidado,  con una sonrisa socarrona en sus labios que no llegaba a ser lasciva. Mashiho arrastró su cuerpo hasta la cabeceras de la cama, donde apoyo su espalda mientras Junkyu le miraba sin cuidado, hasta que gateo hasta su regazo.

¿Así te gusta?

Se acercó, mordió levemente el labio inferior del menor, concentrándose después en el besos humedos que dejaba entre estos mientras los chasquidos resonaban, y guió las manos del tierno hombre hasta su trasero, donde les invito a apretarlo con rudeza.

Oh Mashiho, parece que aún no lo entiendes...

El susodicho solo observaba, con atención, y a Junkyu le encantaba sentirse deseado por esos preciosos ojos, que parecían querer decirle cosas que ni el mismo se atrevería.

Pero lamento decirte esto.

Llevó dos de sus dedos a la boca entreabierta del otro, quien los recibió con un ruidoso gemido, los acarició por encima y antes de llevarlos a otro lado, habló.

No soy tímido cuando de ti se trata.

Mashiho le analizó con falsa ingenuidad.

Y ¿Qué esperas para hacerlo?

Lo prometido es deuda, así que en cuestión de minutos y con justo lubricante, Kim se movía con habilidad sobre Mashiho, con sus caderas rodeadas por la tersa tela de las sabanas, chocando la suya contra la otra. En los momentos que Junkyu reconocía su propio punto dulce se quedaba y removía justo ahí.

Jun, me encantas...

Junkyu rodó sus oscuros ojos, presionando sus labios para reprimir cualquier sonrisa victoriosa, pero era difícil cuando al mismo tiempo que disfrutaba de las embestidas, su miembro era atendido por el chico que le gustaba.

Una de las manos de Mashiho aprisionando sus mejillas sin prudencia o suavidad , aquello lo tomó inadvertido, obligándole a hacer contacto visual con este, sus rostros fruncidos a causa del clímax predecible, los ojos de Junkyu especialmente húmedos.
Unieron sus belfos de nuevo
Y sin parar, dejaron caer sus cuerpos sobre el colchón, cansados de la posición.

Yo, creo mmh...Mashiho.

Takata tardó un poco más en llegar, pero pronto los dos descansaban con poco aire en sus pulmones, que trataban de recuperar entre risas y jadeos que indicaban impresión.

Siempre es tan increíble.
 

Mierda, tú eres increíble.

charming man ;m a s h i k y u +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora