13. ALEXIA

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Careg desaparece de mi vista cuando su padre le pide que lleve la ropa de Julian a su habitación, una nueva asignada. Yo vuelvo a la mía y recojo el enorme desastre. Me gusta conservar el orden cuando vivo de lleno en medio de un caos. Doblo la ropa limpia que he tenido que recoger en la lavandería, la guardo en el armario y dejo lista la cesta de la ropa sucia para cuando me toque hacer la colada, en unos días. El vestido negro de Down Club ya está limpio, apestaba a alcohol. Hago la cama y abro la ventana para que la habitación se ventile.

Tengo vistas a la ciudad de Santander y puedo ver las grúas trabajando en el puerto. No hay ruido de tiros ni hay polvo en el ambiente, así que parece un día normal. Lo que nos aleja de la normalidad es que, si me planto como rebelde delante de esas grúas, me matarían.

Cojo ropa limpia y me ducho tranquilamente. Utilizo un champú que me consiguió Patrick, uno que huele a rosas, que me dejará el pelo y el cuerpo limpio. Este jabón me encanta. Ducharme es como besar el cielo. No podía hacerlo tan seguido antes de estar con los rebeldes y sentirme limpia la mayoría del tiempo es un gusto. Las duchas me hacen sentir que de verdad se puede hacer desaparecer todo lo malo que hecho en esta vida, por imposible que sea. Salgo de la ducha y me envuelvo el cuerpo con una toalla grande blanca. Después me visto lo que he traído conmigo al baño. Escurro y peino mi cabello mojado. Hay cientos de trastos que secan el pelo en cuestión de segundos, pero cuando hace calor, es imposible secarlo así y evitar el placer de secarlo al aire, aunque sea demasiado.

En la mesita de noche hay una cajita de cigarrillos. Tiene pinta de que son de Careg, pero lamento decirle que ahora son míos. Lo abro y veo el mechero en el interior con una calavera y unas rosas, de los favoritos. Bueno, que no se lo hubiese dejado.

Cojo un cigarro, lo aguanto entre mis labios y lo prendo, cerca de la ventana. Dejo el mechero dentro de la cajita y abro el cajón de la mesita. La droga me ahoga, es un hecho, pero es el consuelo más vacío de la guerra. Entre un par de bolsas con cogollos de marihuana, papeles, boquillas y más trastos, descansa un libro que me ofreció Patrick cuando llegué aquí.

Patrick me dio el libro para que tuviese más nivel en mi idioma natal, para poder practicar la lectura y no olvidarme de esto. Odio a mi padre, de verdad, pero por su culpa no voy a odiar un idioma tan importante en el mundo. Los idiomas nos enriquecen, nunca deberíamos odiarlos, nunca deberíamos arrepentirnos por saber hablar más de uno. Puede que creciera en la calle, pero el árabe me hace tener más valor que el resto que no lo sepa. Fuera del norte de África está cada vez más perdido y valgo mucho por saberlo.

Dejo que el humo anegue mis pulmones para después abandonarlo. No es tabaco, me doy cuenta cuando lo absorbo, y tampoco lo hago de manera habitual. Bueno, me duele la cabeza, por lo menos ayudará a que los dolores cesen. De todos modos, ¿qué importa? Lo he hecho tantas veces que me importa una mierda que me provoque algo malo.

Si ya estoy destrozada, ¿qué más dará?

Si quizá me matan mañana. Quizá muero porque Roma se ha cansado de lo que es Santander y de lo que significa para el Ejército no tener el control. Igual la reducen a cenizas.

¿Quién sabe lo que piensa el gobernador? Solo es un viejo. Un viejo listo, ese es mi problema, que el cabrón todavía piensa y me quiere muerta.

Me siento en la cama con el libro en la mano. Dejo el cenicero sobre la mesita a mi lado. Creo que ese cenicero es de lo mejor que he conseguido aquí dentro después del vestido negro. Leo despacio. Hay palabras que me cuestan y que me suenan distante en la mente. Vengo de un lugar donde el árabe que recuerdo mezcla más idiomas y el árabe estándar era el que me enseñaban en casa. Darija tunecino, eso es lo que recuerdo. Pero por lo menos el estándar me sirve para el resto de las regiones que o hablan. Nunca he dejado de lado el árabe, pero sí es cierto que la lectura la tengo más oxidada.

La Muerte de la Revolución (#LMDLR1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora