24. ALEXIA

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Julian me mira con curiosidad y con admiración. No quiero presumir, porque no soy de esas, pero lo cierto es que hay muchos que tienen curiosidad sobre mí. Y otros tantos me admiran.

Sí que es cierto que hay algo en Julian que lo hace ser diferente, que él no me admira por ser la asesina sin rostro como el resto de gente. Cuando me mira veo ese brillo de curiosidad en sus ojos verdes. Le delata más de la cuenta. El resto como que es un problema menor y ahora mismo solo estoy centrada en hablar con él, en liberarme. No siempre tenemos por qué tragar.

Julian no me juzga.

Cuando alguien no te juzga... Todavía te liberas más.

Lysander no fue demasiado para mí si lo cuento así, pero sí que lo fue. Hay una parte, dentro de mí, en el fondo, que no quiere darle importancia. Pero sí que la tuvo. No siempre, fue al paso de los meses. Supongo que no es nada fácil olvidar al primer amor, porque él fue eso para mí. En caso de encontrarle creo que merece un buen castigo. Si no cuento lo que tuve que pasar después de que me dejase... Es como una anécdota incluso graciosa, el abandono, el que me tirase a la calle tras habernos acostado del peor modo. Sin reparos.

Es entonces cuando me rompieron el corazón. Fue de las pocas veces en las que sentí que me habían utilizado para el sexo. Él sabía que iba a tirarme a la basura a la mañana siguiente. Ese es el peor de los sentimientos que puede sentir una persona.

Julian lo ha escuchado todo, pero no me ha preguntado nada más, lo cual se agradece bastante. Porque a veces la gente no tiene por que saberlo todo, solo lo justo y necesario.

Me centro en ser una de esas que no quieren mirar la personalidad, que no llamo la atención por mi manera de ser. Puede que esa sea mi debilidad y que esto me funcione. Julian es un chico atractivo. Quizá porque es uno de los pocos que he visto bien cuidado en estos últimos años. Tampoco es algo imposible de igualar. Puede jugar con ventaja.

Sí, ha rechazado acostarse conmigo porque tiene una especie de trauma con el Ejército. No quiere enamorarse de mí, probablemente porque cree que rechazaría el amor. Julian está seguro de que se enamoraría si fuésemos por ese camino. Bueno, a mí solo me apetecía tener sexo.

Yo creo que sabe que es guapo. Sus ojos son preciosos, lo sabe, tan verdes que brillan como si fuesen esmeraldas. Un color nada común. Por lo demás Julian tiene el pelo oscuro, y se parece al chocolate intenso que la clase alta suele consumir. Es de piel morena, pero es el típico bronceado que te deja el sol del Mediterráneo. Sus labios no son muy carnosos, pero sí sabe usarlos. Sí, y muy bien.

Ya no quiero pensar que es demasiado curioso conmigo, creo que es lo mejor. No quiero pensar en que me da importancia. No hay nada malicioso, pero no quiero pensar eso. No quiero pensar que se acerca a mí por morbo, por lo que soy y cómo soy.

Solo me acerco a él.

—¿Y qué es para tanto? —le pregunto.

—Una mujer como tú sí que es para tanto—me dice.

Julian intenta sonar a broma, pero en sus ojos veo que de broma no tiene nada. Que no em miente. Que eso es lo que realmente piensa de mí.

Solo lo beso en los labios, un pequeño beso, como si fuese su mejilla.

Ya... Ya sé que soy desastre.

Que estoy haciendo las cosas mal con mis dieciocho años de vida.

Que todo es rápido y vertiginoso.

Que estoy haciendo cosas que no debería.

Careg me ha reñido muchas veces por múltiples motivos que quizá sí debían ser castigados. Pero Careg y yo somos como dos leones que se riñen y se pelean constantemente. Nos echamos mierda el uno al otro y nos quedamos tan a gusto.

La Muerte de la Revolución (#LMDLR1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora