47. JULIAN

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La chica de al lado de Rider se mantiene a una distancia precavida. Es la misma con la que parecía mantener algo serio cuando nos conocimos. Esa tal Octavia. Quién sabe cómo ha acabado la historia entre los dos, pero por lo que parece... No es bueno. No parece muy entusiasmada por estar al lado de Rider. Él prácticamente la ignora y parece cordial, pero las ojeras y las ropas le delatan. Resaca.

Y la culpa que me ahoga.

—¿Qué coño haces metido en esto? —le pregunta Alexia, casi cabreada—. ¿Cuánto tiempo? ¿Por qué mierda no me lo has contado? ¡Si hemos hablado todos los días! ¿Y por qué no me cuentas esto?

La vida no se me ha solucionado inmediatamente solo porque Alexia haya decidido darme otra oportunidad. Quiero saber por qué Charline sabe cosas que solo yo sabía y nunca le dije. ¿Cómo ha descubierto que Alexia es en realidad ese temido asesino que mataba y robaba sin dejar ni un solo testigo? Charline es muy lista, pero tampoco tiene telepatía. Es imposible de saber. Sabía que Alexia es un peligro y que la respetan en los rebeldes.

Tengo que hallar el modo para que Alexia salga del país. Tendré que pagar el alto precio de la traición.

Y en estos momentos... No me importa pagarlo.

—Alexia, preciosa, bebíamos y fumábamos, ¿en qué momento te cuento entre todo eso que estoy colaborando para buscar información fiable para matar al puto gobernador? —Rider la vacila un poco y eso a ella no le hace ninguna gracia—. Y sobre el tiempo... Estaba metido en esto con Kris. Octavia lo sabe porque... Bueno...

—Porque eres un bocazas—dice Alexia—, menos conmigo.

—Le prometí que no se me volvería a escapar—reclama Rider—. Esto ni siquiera lo saben mis padres ni Careg. Se fueron a Santander y mi madre era líder. Ella tenía demasiadas cosas a las que atender como para andar preocupándose por cómo gastábamos el tiempo mi hermana y yo—nos empieza a contar Rider—. No creo que esto sea la solución verdadera, pero sí que puede ayudarnos a tener información del gobierno y quizá detenemos la guerra. Kris ha descubierto muchos códigos gracias a ellos. Era entre nosotros, espero que siga así. Es un trabajo, o algo por el estilo. Tú y yo no trabajábamos. Por eso no te conté nada.

—Puedes estar tranquilo—le asegura Alexia.

La miro y me fijo en detalles insignificantes que muchos pasarían por alto. Parecía que no tenía marcas en la oreja, pero parece que sí que tuvo un momento loco en su vida en el que se hizo incluso tres agujeros en la misma oreja, la derecha, que queda a mi vista. Parece que ya no los utiliza. Por lo demás, tiene una cicatriz notoria en el cuello, paralela a la vena y... No quiero saber de qué es. Es tan probable que no se trate de un accidente... Son tantas cosas que da hasta miedo saberlo... Y quiero saberlo.

El rostro de Alexia no es perfecto. Sus labios permanecen la mayor parte del tiempo agrietados, secos y con cortes. Parece que intenta ponerle remedio, pero nada le surge efecto. Sus mejillas están decoradas con unas suaves pecas y están enrojecidas por el sol. Su piel ha sufrido muchos maltratos. El traje del Ejército la hace verse impresionante, pero esta no es la verdadera Alexia. Sus ojos son de un color azul que se me hace perfecto, como el cielo.

El problema que se me presenta ahora mismo es demasiado grave como para que la única solución que me quede sea admirarla. Alexia está totalmente dispuesta a hacer lo que sea con tal de acabar en el Norte.

¿Qué se supone que tengo que hacer yo? Sé que ayudarla es mi obligación. Le he dicho que me iba a ir con ella. Mi problema ahora no es ese. Yo ya he cometido alta traición desde el momento en que decidí cerrar mi boca sobre ella y no me importó. La más alta de las traiciones ya la estoy cometiendo, tanto si ayudo a Alexia como si no. Ya he cometido traiciones por ella y todas ellas merecieron la pena, así que no tengo miedo a traicionar a mi país.

La Muerte de la Revolución (#LMDLR1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora