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Aunque era cierto que el bosque no era un sitio seguro, en aquellos momentos, para Serena, era el único lugar donde nadie podía salir herido o donde ella no podría herir a nadie, porque aunque era cierto que había una enorme criatura, Serena no la tenía miedo. Se tenía más miedo a sí misma que al Alfa, aunque costará creerlo incluso, aquella noche, Serena sintió el miedo de aquella cosa. Como si esa criatura supiera lo que era ella, y eso, realmente, la impactaba.
Pero aquel silencio, como en aquella noche, se vio interrumpido por un gruñido. La morena se detuvo, sintiendo como un escalofrío recorria su espalda, haciendo que se llevará la mano a su cuello, cogiendo su collar, para después tirar de la cadena, haciendo que este se soltara y terminada en su mano, para después ser introducido en su bolsillo. Aunque era cierto que el collar no detenía nada, sí era cierto que la calmaba y la detenía hasta un punto, pero si iba a tener que huir, mejor hacerlo con todas sus habilidades.
Al escuchar como alguien quitaba el seguro del arma, Serena agudizó sus sentidos y comenzó a caminar, hasta ver, escondida, a un grupo de cazadores, dirigidos por Edward, el cual apuntaba a Willa con un arma, mientras que Derek era reducido por el resto.
—Bien, ¿quién de los dos es el Alfa?— Preguntó sonriendo.
—Púdrete en el infierno, Edward.— Respondió Willa justamente antes de que Serena se moviera rápidamente atacando a un cazador, llevándole a las sombras, haciendo que soltase, el cazador, un desgarrador grito de dolor.
—¿Quién es?— Preguntó Edward justamente cuando Willa le golpeaba, al mismo tiempo que Derek golpeaba al otro cazador.
Los dos Hale salieron corriendo, al mismo tiempo que Edward soltaba un estridente grito de frustración, al mismo tiempo que los dos hombres lobo se dirigían hacia donde estaba Serena, la cual estaba terminando de comerse al cazador.
—¿Serena?— Willa miró perpleja a la morena, haciendo que la aludida se girase mostrando su rostro normal, el cual estaba lleno de sangre.
Pero al ver su expresión, ambos sabían que no era del todo ella. No por que hubiera hecho algo para indicar aquello, su mirada bastaba. En ella no había ninguna pizca de humanidad o del simple hecho de saber quienes eran.
—Willa marchate.— Aconsejó Derek a su hermana mientras observaba como Serena les estaban analizando, buscando sus puntos débiles para atacarlos.
—No.— Negó su hermana. —Ella es mi amiga, la única en seis años.— Afirmó haciendo que su hermano comprendiera aquello, pero también sabía que sin saber lo que Serena era, iba a ser difícil hacerla entrar en razón.
—Will, no quiero que salgas herida de esto. Y ella no saldrá herida, te lo prometo. Pero debes de marcharte.— Insistió haciendo que Willa suspirase con resignación, sabiendo que el único que podía ayudar a Serena era Derek, y no solo por qué fuera su mate.
