Elegías de una hermosa noche de luna

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Una nueva estudiante había llegado a la clase B de la preparatoria Dominó, lo que ocasionó un enorme revuelo entre los estudiantes debido a la gran belleza de la joven.

—Deberíamos hablar con la chica nueva y tratar de ser sus amigos —sugirió el amistoso Yūgi durante el horario de descanso, reunido con el resto de sus amigos.

—Podría ser buena idea —afirmó Anzu.

—Estoy de acuerdo —aprobó Bakura, a lo que Jōnouchi y Honda asintieron.

—¡Qué bien! ¡Será bueno tener más amigas! —se entusiasmó Miho.

Cuando se acercaron a la recién llegada, su pulcra apariencia les causó una buena impresión de entrada. La muchacha era de la misma estatura que Anzu y ostentaba un uniforme perfectamente alisado, sin un solo cabello castaño fuera de lugar en su peinado trenzado con dos puntas que enmarcaban un angelical rostro con labios de tono sonrosado y brillantes ojos de color morado grisáceo, que a Yūgi le resultaron familiares.

—¡Buenos días! —saludó con entusiasmo todo el grupo.

—Hola, chicos, gusto en conocerlos —correspondió la joven con una agradable sonrisa—. Mi nombre es Murano Mizuki.

—Yo soy Mutō Yūgi —se presentó el pequeño joven.

—Lo sé, eres el Rey de los Juegos. Es un gusto.

—Mi nombre es Bakura Ryō.

—Nosaka Miho.

—Mazaki Anzu.

—Honda Hiroto.

Se presentaron uno a uno los jóvenes ante ella. Mizuki centró su atención en el último integrante del grupo. Apenas sus ojos se posaron sobre el rubio, una inexplicable sensación de reconocimiento invadió su alma. No obstante, trató de evadir ese sentimiento asumiendo una actitud burlona.

—¿Y quién es este cachorro? —indagó, señalándolo.

—¡¿Qué?! ¡¿A quién le llamas cachorro?! —explotó el rubio, echando fuego por la cabeza.

—Oh, cuidado, cuidado. Parece que no está vacunado contra la rabia —Mizuki se echó a reír, aumentando la furia del joven.

—¡Hey, Jōnouchi, contrólate! —le requirió Anzu.

—¡Ha comenzado ella!

Mizuki continuó riendo. Sabía perfectamente quién era Jōnouchi, gracias a los comentarios no muy agradables de cierto joven empresario de cabello castaño y ojos azules, que no se cansaba de repetir cuán malo era el rubio en el Duelo de Monstruos y el comportamiento de perro que se gastaba. Asimismo, también conocía la reputación de Yūgi como Rey de los Juegos, y no le pareció mala idea interactuar de forma amistosa con él y sus amigos, sin perder la oportunidad de molestar a Jōnouchi cada vez que podía.

Mizuki llegó a su casa con visibles rastros de cansancio en todo su ser. Después de la escuela, había ido a la Corporación Kaiba para adelantar los proyectos de diseño de los nuevos Discos de Duelo y se le había hecho de noche en ese empeño; sin contar las mil preguntas que rondaban por su cabeza. ¿Por qué había sentido una especie de apretón extraño en el pecho cuando vio el raro collar de forma piramidal que traía Yūgi a todas horas? ¿Por qué tenía el presentimiento de que el cachorro, mejor dicho, Jōnouchi era un viejo conocido suyo? No tuvo tiempo para continuar analizando tales interrogantes, puesto que su hermano menor salió corriendo a su encuentro.

—¡Nee-san! ¡Te demoraste hoy! —exclamó con alborozo Mokuba, prendiéndose de la cintura de la mayor.

—Lo siento, Moki; quise adelantar el trabajo en la empresa y se me hizo tarde —explicó Mizuki, acariciando el espeso cabello negro del niño.

Entre corazones, juegos y amores [One-shots - Yu-Gi-Oh! Duel Monsters]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora