Seto Kaiba estaba embargado por la preocupación. Notaba que, últimamente, su hermano Mokuba se comportaba de forma inusual. Al principio, pensó que era algo normal en un chico que había cumplido ya 14 años de edad; pero cuando el menor comenzó a gastar el dinero de su tarjeta de crédito con más frecuencia, a salir casi todos los días y a insistir en estar solo –sin la compañía de sus habituales y numerosos guardaespaldas– durante dichas salidas, el joven ejecutivo empezó a sospechar que allí había gato encerrado. Al preguntarle al jovencito acerca de su comportamiento, tuvo que conformarse con escuchar la más barata de las excusas y decidió no insistir, sabiendo que no lograría sacar nada en claro de todas maneras. Sin embargo, el bienestar de su hermano estaba por encima de todo, incluso de su derecho a la privacidad. En su próxima salida, Seto se determinó a averiguar adónde acudía su hermano con tal premura y emoción, utilizando para ello el rastreador que había ocultado en la chaqueta que el ahora adolescente utilizaba ese día.
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Joey Wheeler se encontraba realmente preocupado por su hermana menor. Ella había estado saliendo de la casa –que compartían desde hacía un año, puesto que se las arreglaron para pasar a vivir solos– de forma misteriosa, prácticamente a hurtadillas, y demasiado arreglada como para que se tratara de una salida casual. Al estar Serenity a punto de cumplir los 18 años, le daba un poco de corte preguntarle adónde iba cada tarde después de llegar del colegio. No obstante, esto no aminoraba su preocupación por ella, y en una ocasión se había atrevido a cuestionarle si todo estaba bien; pero la joven se había limitado a responderle, con su dulzura habitual, que no pasaba nada. Por eso, ese día, aunque supiera que estaba mal, el joven rubio decidió seguirla en secreto y desentrañar por su cuenta todo el misterio que la envolvía.
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Apenas su automóvil de cristales ahumados se estacionó discretamente ante el parque al que el rastreador lo había conducido y vio la odiosa figura de Joey Wheeler agazapado tras un arbusto cercano, Seto supo que algo iba terriblemente mal. Empero, no deseaba prestarle más atención de la que requería tan inesperada y desagradable presencia. Se apeó del vehículo y se dirigió sin demora unos metros más adelante, gracias a las indicaciones del rastreador..., justo en el punto en que recaía la mirada de Joey. El rubio se percató de la presencia del joven ejecutivo y lo encaró con el enojo desdibujando sus facciones.
—¿Qué haces aquí, Kaiba? —gruñó con los puños crispados.
—Lo mismo podría preguntarte yo, perro —contraatacó el CEO, cruzando los brazos—. ¿Acaso tu ama te sacó de paseo?
—¡Bastardo! —exclamó Joey, apretando los dientes.
Unos metros más adelante, ignorando la existencia de sus dos perseguidores a tan solo unos pasos de ellos, Serenity y Mokuba permanecían sentados en un banco, con las manos entrelazadas entre ellos y el tiempo pasando ante sus ojos entre risas y charlas ligeras.
—Como no quieres recibir mis regalos caros, pensé que podríamos gastar el dinero que saqué de mi tarjeta en el cine o el parque —comentó Mokuba con una sonrisa juguetona.
—No tienes por qué gastarte nada, yo te quiero así como eres —replicó Serenity con voz dulce.
—Me gustaría llevarte a Kaibalandia, Serenity.
—¡Eso me encantaría, Mokuba!
—Si tan solo pudiéramos decirle a nuestros hermanos acerca de la relación que tenemos...
—Pero podemos hacerlo, Moki —Él sonrió al oír que lo llamaba de una forma tan tierna—. Tal vez opongan cierta resistencia al principio; pero sé que acabarán entendiendo, puesto que ellos nos aman.
—Sí, tendrán que aceptar que tú y yo estamos muy enamorados, Serenity.
—Si tan solo tuviéramos la oportunidad de encararlos...
Mokuba ahogó sus palabras al inclinarse sobre el rostro de ella para depositar un tierno, pero profundo beso en sus labios. Cuando se separaron al romper el beso, escucharon unas voces bien conocidas que subían de tono cada vez más. Ambos jóvenes se volvieron en la dirección en que provenían las voces y se encontraron con sus respectivos hermanos, quienes discutían acaloradamente.
—¡Vaya! Ni siquiera hemos dicho nada y ellos ya están discutiendo —dijo Mokuba con expresión de fastidio.
—¡Oh, Mokuba! ¿Qué haremos? —cuestionó Serenity en un tono cargado de ansiedad.
—Creo que es la ocasión correcta para enfrentarlos —decidió el jovencito, rodeando los hombros de la chica con su brazo al ver que ella se estremecía.
Se levantaron y se acercaron a pasos indecisos al dúo que discutía. Joey fue el primero en reaccionar.
—¿Qué estás haciendo, Serenity? ¿Quién es este chico? —indagó el rubio, mirando con desconfianza al muchacho que estaba tan apegado a su hermanita.
—No me digas que ya no me reconoces, Joey —replicó el menor de los cuatro con una sonrisa—. Soy yo, Mokuba.
—¡Mokuba! ¡Vaya! —exclamó Joey con los ojos y la boca abiertos a la par—. Sí que has cambiado.
—No es para tanto.
Pero era cierto. Mokuba estaba tan alto como el rubio, con su largo cabello negro recogido en una coleta baja y una vestimenta mucho más formal y parecida a la de su hermano.
—Mokuba, ¿qué haces con la hermana de este perro? —exigió saber Seto, mostrando una mirada severa.
—Será mejor que comiencen a llevarse bien, pues Serenity y yo somos pareja —planteó Mokuba con determinación, haciendo que las quijadas de Joey y Seto fueron a parar al suelo.
—Será mejor que se acostumbren, porque no hay nada que puedan hacer para obligarnos a cambiar de idea —apoyó Serenity con una firmeza que nadie le conocía.
—Lo que me faltaba —masculló Seto, siendo el primero en recuperarse del shock en que la noticia los había sumido.
—¡Esto no puede estar pasando! —Joey hizo todo un drama—. ¿Por qué a mí?
Serenity y Mokuba intercambiaron unas sonrisas dulces, sintiéndose liberados del peso de su secreto para con sus hermanos, que solo pudieron resignarse a observar cómo sus amados hermanos menores fundían sus labios en un beso que les demostraba que ya no eran los niños que imaginaban.
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Entre corazones, juegos y amores [One-shots - Yu-Gi-Oh! Duel Monsters]
FanficAl jugar, es aconsejable poner el corazón en las cartas. Pero... ¿será lo mismo jugar con los corazones de las personas? El amor es un juego de dos en el que ambos ganarán la partida, ¿o la perderán? A continuación, estas parejas descubrirán cuál de...