Cadenas del amor

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—¿Ya te vas? ¿Tan pronto?

—Sí. Lo siento, Akane; pero hoy tengo un compromiso de trabajo.

Mientras él se colocaba sus ropas, la joven de cabellos rubios ondulados y ojos color púrpura claro se arrebujó entre las sábanas, cubriendo su desnudo cuerpo. Jamás pensó que el simple hecho de querer quedarse una temporada con su abuelo y su primo Yūgi la llevase a tener una relación clandestina con el famoso CEO Kaiba Seto, quien se había procurado un apartamento alejado de la ciudad con el único objetivo de verse con ella.

Akane se mordió el labio inferior con fuerza, la culpabilidad le carcomía el alma. Kaiba estaba casado con Mazaki Anzu. Y, sin importar que él dijese que era un matrimonio infeliz, por pura conveniencia y que Anzu confesara no amar a su esposo, aquella relación no dejaba de constituir una traición hacia quien había sido su amiga de la infancia. Cierto es que sus contactos se habían deshecho cuando Akane se mudó a otra ciudad junto a sus padres; pero el elevado concepto de la amistad que ambas chicas poseían hizo que su amistad se reanudara tan pronto como se volvieron a ver.

«Aún así, estoy aquí, tirándome a su esposo», pensó con amarga ironía.

A su mente acudieron los recuerdos del día en que lo conoció. Su primo Yūgi se lo había presentado en un evento de Duelo de Monstruos al que ella acudió como acompañante de su pariente. La presencia de Seto era de obligatorio cumplimiento debido a su esquema de trabajo; empero, se notaba a leguas que no estaba cómodo con el ambiente. Era demasiado ruidoso, festivo y con excesivas dosis de alcohol para su gusto. La presentación entre ellos fue de lo más casual, pero él mostró un inmediato interés en continuar conversando con ella. Jōnouchi había comentado que eso era raro, mas ella no le dio demasiada importancia a esas palabras.

Seto la condujo a una estancia privada, charlaron un poco y bebieron demasiado para ser dos jóvenes desacostumbrados a ingerir alcohol. Ella no podía negar que él le había atraído desde el primer segundo. Lo concibió como un gusto normal; después de todo, el joven empresario era muy guapo y seguro de sí mismo, y ella tenía ojos en la cara. Sin embargo, hasta ese minuto, era un hombre intocable por estar casado con su amiga Anzu.

De un instante a otro, Akane fue llevada a la mansión de Kaiba, quien la invitó a quedarse. No supo en qué momento llegó a la habitación de él y le permitió un primer beso, al que le siguió un torrente de ellos y muchas caricias. Luego de eso, simplemente se dejaron arrastrar por sus más ocultos deseos y sus insaciables apetitos.

Al día siguiente, no sabía qué la estaba matando más: si el arrepentimiento o la resaca.

—No hay motivo para que te sientas culpable, Akane. Anzu y yo no estamos enamorados. Nuestro contrato matrimonial fue por conveniencia. Yo necesitaba una esposa y ser un hombre de familia frente a mis socios, y ella a alguien que patrocinara su carrera artística —le había explicado Seto.

—Aún así, es mi amiga y la traicioné miserablemente —sollozó Akane mientras se vestía a la carrera, avergonzada por completo—. Esto no puede volver a repetirse.

A pesar de sus palabras, Akane accedió a ser poseída por él en cuanto la buscó nuevamente. Y así una y otra vez, pese a las veces que trató de convencerse a sí misma de que no debía hacerlo de nuevo.

Anzu le había contado en una ocasión que sospechaba que su marido era homosexual, pues él ni siquiera intentaba tocarla; no lo había hecho en ningún momento durante sus seis meses de matrimonio. Pero Akane podía dar fe de que eso no era cierto. Él siempre la tomaba con desmedida pasión, como un huracán en pleno apogeo. Al preguntarle sobre las razones de su rechazo a tener vida marital con Anzu, Seto le respondió que su esposa no le provocaba ningún deseo. No obstante, en definitiva, ¿qué tenía Akane con Seto? Era solo sexo, y nada más. Un sexo tan salvaje como tierno, satisfactorio para ambos, considerado, era cierto; pero solo sexo, al fin y al cabo. No había una palabra amable, ni un "¿Qué tal estás?" o "¿Te preocupa algo?" Ambos iban directamente a lo que deseaban sus cuerpos. Y ella estaba comenzando a enamorarse en piel y alma de él, lo que sabía que solo podría llevarla a la perdición.

Entre corazones, juegos y amores [One-shots - Yu-Gi-Oh! Duel Monsters]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora