Atracción secreta

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Aclaración: En este one-shot y en los que le seguirán, usaré los nombres japoneses originales de los personajes.

Megumi observó con expresión embobada al chico que rodaba calle abajo en su bicicleta. La muchacha de larga cabellera color fuego y ojos púrpura repasó en su mente todos esos bonitos rasgos que parecían ejercer una atracción casi magnética sobre ella: los vivaces ojos color chocolate, los finos cabellos casi dorados, la valentía con que afrontaba cualquier situación y la encantadora sonrisa que siempre mostraba pese a la crudeza de la vida. Un voz bien conocida la arrancó de sus pensamientos.

—¿Qué estás viendo, nee-chan? —cuestionó Yūgi, con una sonrisa que ella devolvió al responderle.

—A Jōnouchi-kun. Lo quiero, nii-san —suspiró, no tenía ningún reparo en confesarle sus verdaderos sentimientos a su hermano mayor.

Yūgi pareció tomarse un momento para reflexionar acerca de lo que su hermana le había confesado, y luego una sonrisa se dibujó en sus labios.

—¡Jōnouchi-kun! —llamó, ocasionando que el joven se detuviese tras acercarse a él.

—¿Qué ocurre, Yūgi? —indagó el rubio, enarcando una ceja al tiempo que detenía su bicicleta con el pie.

—Es que necesito un favor tuyo —solicitó el más bajo.

—Por supuesto. ¿De qué se trata?

—Quiero que lleves a nee-chan a casa —Ante estas palabras, la mencionada experimentó un pequeño sobresalto interno y sus mejillas se tiñeron de carmín—. Yo no puedo porque tengo que pasar por otro lugar, y no quiero que se vaya sola.

—No te preocupes, claro que la llevaré —El chico rubio señaló la parte posterior de la bicicleta—. Anda, súbete, Meg.

—¿Qué? Pero yo... —La pelirroja se llevó el índice a los labios y lo mordisqueó ligeramente con gesto nervioso, conservando el color rojo en sus mejillas.

—No te inquietes, seré prudente. Estarás a salvo conmigo, te lo aseguro.

Jōnouchi le brindó una adorable sonrisa que puso aún más colores en el rostro de la chica. Yūgi asintió en dirección a ella, animándola con la mirada. Estaba de acuerdo en alentar cualquier posible relación entre su hermana menor y su mejor amigo. Por fin, Megumi optó por ceder y tomó asiento sobre la parrilla de la bicicleta, la cual arrancó con movimientos erráticos que la asustaron un poco, obligándola a aferrarse al cuerpo del rubio para mantener el equilibrio. Su sonrojo seguía intacto, pero le resultaba imposible soltarse sin correr el riesgo de sufrir una estrepitosa caída. Además, en algún lugar de su mente, se decía que tocar aquel cuerpo masculino se sentía tan bien... Sacudió con fuerza su cabeza para espantar tan inapropiados pensamientos.

Por su parte, Jōnouchi también contaba con un pequeño rubor en su rostro. La calidez que emanaba del cuerpo de Megumi era tan agradable, que sentía que corría el riesgo de volverse adicto a su tacto. Pero... ¿Sería eso correcto? Se dijo una y otra vez que no; ella era su amiga y la hermana pequeña de su mejor amigo. No podía herirla de ninguna forma, ni sentir una atracción tan impropia hacia ella. Aún así, era inútil negar que se perdía en su perfume cada vez que estaba cerca de ella; que sus ojos púrpura lo embriagaban, que su piel lo provocaba.

Continuaron avanzando por la avenida en dirección a la casa de la pelirroja. Jōnouchi enfocó su máxima atención en pedalear para no dejarse llevar por esos pensamientos, mientras que el corazón de Megumi latía como nunca antes lo había hecho durante sus quince primaveras de vida.

De repente, una voz femenina de timbre dulzarrón los arrancó de sus respectivas ensoñaciones.

—¡Jōnouchiiiiiii!

Entre corazones, juegos y amores [One-shots - Yu-Gi-Oh! Duel Monsters]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora