Una extraescolar

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Eva:

El examen suspendido. Justo uno de los puntos que no me estudié entró como desarrollo y me bajó cuatro puntos de la nota, más lo que tuve mal saqué un penoso 4, la primera que no estaba contenta era yo pero ahora tendría que escuchar la charla de mi madre, bueno, un momento, ¿Y si no se lo decía? Tal vez, luego en clase me sacarían la media y me lo sabían a un 5, aunque eso tampoco le valía a mi madre. Suspiré. No sabía con qué me castigaría ahora.

Al entrar en casa, todo estaba en silencio. Mi padre trabajaba en su propia empresa de neumáticos, por cierto muy exitosa y no solía llegar a casa hasta las 20:00, mi madre era  fotógrafa, hacía fotos profesionales para bodas y ceremonias aunque a veces también para cosas más modestas. Su trabajo no entendía de horas, algunos días se quedaba en casa trabajando mientras que otros se iba a la oficina. Tenía interés por visitarla un día pero al final nunca encontraba el momento y ella no tenía claro si me dejarían entrar. A veces se tenía que ir un par de días o más para acompañar a los fotografiados, sobre todo en las bodas.

—¿Eva, estás ahí?- preguntó mi madre desde la planta de arriba.

—Sí.

Subí las escaleras sin ningún tipo de prisa y dejé la mochila en el suelo, cuando me giré la eencontré en frente mía.

—¿Qué tal te ha ido el examen?— sus brazos estaban cruzados sobre su pecho.

¿Qué cojones respondo yo ahora?

—¡Ay, gracias por las buenas tardes! Me ha ido muy bien el día, gracias por preguntar ¿Y a ti?

Mi madre resopló y sacudió sus brazos.

—Gracias por hacer las presentaciones, ahora contesta a la pregunta.

—Bueno...—articulé lentamente.

<<¿Se lo digo? ¿O tal vez no?>>

—He sacado un 4— dije sin rodeos.

El que tenga miedo a morir, que no nazca.

La mirada de mi madre valió más que mil palabras de enfado, sólo con verla sabía lo que estabapensando.

—Se te ha acabado todo— dijo sin más.

—Pero voy a mejorar, mamá te lo juro— respondí de verdad.

—¡A mí no me mientas más!— gritó casi dejándome en sordera.

Hubo un segundo de silencio y luego volví a encararla.

—¡Qué no te estoy mintiendo!— grité al mismo nivel.

—¡No me levantes el tono! Tu padre y yo nos hartamos de trabajar por ti y tú ni te esfuerzas.

—¿Y eso tú cómo lo sabes?— me encogí de hombros. Odiaba que asumiese las cosas, a veces me daba la sensación de que los adultos se creían los más sabios del mundo. Fingían ser siempre gente sin fallos y eso me tocaba las narices.

—¡Pues lo que demuestras!

—¡Hay veces que lo que uno demuestra no es lo que en realidad pasa!— el tono no había sido el más adecuado, lo admitía.

Se mantuvo en silencio unos segundos y su mirada se suavizó.

—Como me vuelvas a gritar te enteras— advirtió en un leve susurro infernal.

Intenté hacerle caso y respiré tres veces muy hondo, MUY.

—Lo siento mamá— dije por enésima vez.

—Déjame hablar—. La decepción en sus ojos era notable—. Sales a las 16.30 del colegio y a las 17:00 deberías estar por aquí, sin embargo ayer antes de un examen, ¡Que no te sabías!— especificó— Llegaste más tarde de las 21 ¿Qué hiciste hasta esa hora? Dímelo.

La verdad quedó estacada en mi garganta sin poder salir, algo la paraba ¿Cuál sería su reacción si se enterara de que todas esas veces que me regañaban por llegar tarde creyendo que estaba de fiesta en realidad estaba en el comedor social trabajando? ¿Qué pasaría si se desvanaciera la imagen que tenían de mí, la hija sarcástica y rebelde que no les hacía caso y a la que no le importaba nada? Me quedaría desnuda, eso era lo que pasaría.

—Llovía mucho.

—Bueno, como veo que no me lo vas a decir no te voy a insistir más. Pero si que insisto en que se te ha acabado la tontería para siempre, elige una extraescolar para apuntarte y cuando la sepas vienes y me la dices—. Sus ojos estaban húmedos y no me atreví a rechistar porque los míos amenazaban con soltar alguna que otra lágrima.

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Escuché la risa de Ana al otro lado del teléfono.

No tenía ni idea de lo que hacer ni sabía que extraescolar elegir así que la llamé, aunque tampoco había solucionado nada.

—Necesito ayuda, de verdad— insté frustrada.

—Eso ya lo sé, ¿Qué te apetece hacer?

—Stripper sería una buena opción ¿No crees?— No era por nada pero ganaría el dinero suficiente para irme de esta puta casa.

—Muy graciosilla estás como para estar tan preocupada, me parece a mí.

—Bueno, pues dime alguna idea mejor.

—¿Qué tal clases de baile? Puedes elegir el tipo que más te guste.

—Espero que estés de puta coña—. Si no era así debería preocuparme.

—¡No lo estaba! Tienes cuerpo de bailarina—. No sabía de qué se estaba riendo.

- No sabía que había un cuerpo de bailarina.

—Ahí me has pillado, bueno pues se me agotan las ideas— dijo alegremente.

—Pero si sólo me has dado una—. En este punto no tenía claro si reír o llorar.

—¡Ay! Ya sé.

—Dime, dime—. Un leve tono de ilusión escapó de mí.

— Tengo una amiga que entrena un equipo de volleyball femenino en el centro deportivo, la podría llamar y ver si tiene un hueco para ti.

—No sé yo, hace tiempo jugaba pero lo dejé.

—Eva, las dos sabemos que sea lo que sea que te proponga no vas a querer así que, ¡Cógelo!

En realidad la idea no me disgustaba, tenía experiencia en el deporte y además me gustaba jugarlo, sabía que tiene razón y que fuera lo que fuese que me propusiera no lo vería con buenos ojos.

—Está bien, acepto, habla con tu amiga y llámame cuando sepas la respuesta.

—¡Ole! Así me gusta.

—De una, por lo menos me hará tener más culo.

—Cariño, entre las dos la más plana soy yo.

Reí, a ninguna de las dos nos faltaba culo.

—Gracias, Ana. Avísame cuando sepas más.

—¡De nada nena! Para eso estoy.

Con una sonrisa colgué la llamada y me tiré en plancha sobre la cama. Escuché como la puerta de casa se abre y entró mi padre, me asomé a la escalera sin entrar en su plano de visión para escuchar la conversación. Mi madre le contó lo sucedido y mi padre soltaba obscenidades por su boca mientras la consolaba sobre su pecho.

La hora de la cena fue silenciosa y llena de tensión, le comenté a mis padres la extraescolar que pensaba tomar. Mi padre asintió en silencio y mi madre se hizo la sorda pero sé que fue un vale.
Sin mediar alguna palabra más de las justas recogí mi plato y me acosté aunque ese no fue el final de la noche.

Nota de la autora:

¿Qué significará que ese no fue el final de la noche?

MMMMM lo tendrás que descubrir dentro de una semana así que no se te olvide guardar este libro.

OS QUIEROOO

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