Mercedes:
Cogí la mano de Hugo tras él salir de la floristería. Según él, había sido un fallo no haberse acordado de comprarme flores así que en un momento me compró un ramo de peonias; mis flores favoritas. La lluvia caía a ambos lados del paraguas, Hugo agarró mi cintura y me dio un suave beso en los labios.
—¿Qué te parece el chico que se ha presentado en casa?— pregunté.
—No me esperaba que hubiera alguien con quien Eva tuviera esa confianza como para acompañarla en casa y menos en un día como hoy, estando como estaba.
—¿Crees que son... novios?
Era raro decir eso refiriéndome a Eva y tenía miedo de que Hugo pensara que la respuesta a esa pregunta era "sí". Últimamente había notado a Eva más despejada y relajada, no había intentado buscarle un por qué pero me hacía feliz que estuviera así y si era por ese nuevo chico esperaba que no se apartara de él nunca.
—No creo, Eva nunca ha sido la típica chica que busca esas relaciones.
Suspiré sin saber como interpretar esa información.
—Sí, supongo que sí pero últimamente la he visto diferente y en el buen sentido.
—En eso tienes razón— respondió. —Me alegra verla así.
—A mí también.
Poco después entramos en el restaurante, no estaba lejos de casa y desde que vivíamos allí era mi favorito. Servían comida variada de gran calidad, mi plato favorito era la ternera con boniato y especias. Hugo me abrió la puerta para entrar, me recordó a nuestra juventud cuando lo que primero me hizo fijarme en él era su caballerosidad. Era así con todo el mundo, sin embargo cada vez que lo era conmigo yo lo veía como algo especial, era muy fácil de ilusionar aunque todo cambió cuando lo vi de la mano de mi mejor amiga. No me pude enfadar porque nadie sabía lo que sentía por él pero me enfadé conmigo misma por haberme ilusionado por cada pequeño gesto que obtenía de su parte. Poco después se me presentó la oportunidad de estar con el mejor amigo de Hugo y no la malgasté, todavía le guardaba rencor por haber elegido a otra y me lié con él en frente suya en una fiesta. Vi como nos miró y supe que no todo entre nosotros dos estaba dicho pero yo seguí con el juego y empecé a salir con su mejor amigo. No aguantó mucho más y a los pocos días en un arrebato me robó un beso... y algo más. Me enamoré de él por completo y lo estuve, durante muchos años.
Tropecé con un pie sumida en mis pensamientos.
—Perdone— se disculpó la otra persona.
Esa voz me era conocida, levanté la mirada. Lydia.
—¿Mercedes?— frunció su ceño confundida.
Abrí la boca pero no supe qué decir, Hugo se acercó a nosotras.
—¿Estáis bien?— hizo una pausa para mirarnos a ambas. —Las dos— aclaró.
—Sí, gracias— contestó Lydia.
Yo no desvié la mirada de ella hasta que Hugo tiró suavemente de mí indicándome el lugar de la mesa que nos habían dado. Me sentí un poco incómoda cuando puso su mano en mi espalda baja.
Nos dirigimos a una de las mesas bajas del reservado. Hugo aparta mi silla para poder sentarme y luego él se sienta en la suya, parece feliz. Le sonrío de vuelta y sin saber muy bien qué decir, cojo la carta para mirar el menú. Lo leí un par de veces sin ninguna atención hasta que el camarero se acercó a nosotros para tomar lista de las bebidas.
—Buenas noches, ¿qué les apetece tomar de beber?— preguntó con una pequeña libreta y un boli en sus manos.
—Yo tomaré una copa de Rioja— respondí.
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Heridas
RomanceRaquel es una chica que tuvo que construir una coraza alrededor de su corazón para que nadie más pudiera tirar piedras sobre él. Samuel es un chico que tuvo que convertirse en un hombre mucho antes de lo que debería haberlo hecho y que supo manejar...