Eva:
Mi sábado no estaba siendo tan divertido como pensaba, me estaba pasado el día encerrada en casa comiendo cereales de chocolate y leyendo. Hacía un calor alarmante en la calle para ser Marzo y no me apetecía salir. Mi móvil vibró, lo encendí y vi que un número me ha escrito en WhatsApp. La bandera de Argentina de foto de perfil me hizo saber quién era.
Hola, soy Vicky.
Voy a dar una fiesta en mi casa a las 19:00h, estás invitada y puedes traer acompañante.
Te paso la ubicación ❤
Le di la vuelta al móvil y lo dejé donde estaba, eran las 15:00h, aún tenía tiempo para pensarlo. Abrí el libro y volví a leer durante un par de horas hasta que las páginas empezaron a ser pesadas. Cogí el móvil, mis padres me habían preguntado que si estaba bien, les contesté que todo iba bien por aquí. Me meto en Instagram y vi que Samuel ha subido una historia. Todo estaba lleno de luces como si estuviera en una fiesta ahora mismo, había una cachimba encima de una mesa y se distinguía una figura masculina inhalando humo y compartiéndoselo a dos chicas por la boca. No estaba segura de que fuera él, pero aunque no lo fuera él también podría hacerlo sin grabarlo. Cabreada abrí el chat de Ana y comencé a escribirle.
A las 18.30 en mi casa, vamos a una fiesta.
¡Bien! Lo necesito. Allí estaré vestida como diva.
También lo necesitaba, también. Subí a arreglarme, no sabía como iba a acabar la noche pero pensaba pasármelo bien o mejor que Samuel con esas putas. Había un vestido azul oscuro que colgaba de una de las perchas. Me lo probé y vi que se adaptaba como un guante a mi figura aunque me quedaba mucho más corto y ceñido de lo que esperaba. Me quedé unos minutos mirándome al espejo hasta que sonreí y lo planché con mis manos; ese sería el que me pondría.
Me metí en la ducha y dejé caer el agua sobre mí, me eché todo tipo de jabones que había encontrado por mi casa y aproveché para depilarme. Satisfecha salí de la ducha y me puse una mascarilla en la cara mientras me peinaba y me secaba el pelo. Me deshice de la mascarilla y me toqué la cara veinte veces impresionada por lo suave que se me había quedado. Me eché crema suavizante y desodorante y finalmente me vestí. Me planché el pelo para alisar mis ondas y me maquillé intentando taparme el moratón que seguía teniendo en la mejilla. Cuando salí del baño ya eran las 18:00h.
Media hora después llamaron a la puerta y abrí encontrándome con una versión de Ana mejorada. Se había puesto una blusa celeste plateada con volantes y unos pantalones negros rectos que le quedan genial. Del cuello le colgaba un collar largo plateado y sus manos que sujetaban un bolso negro pequeño las tenía adornadas con anillos y brazaletes, sus uñas estaban pintadas de negro y plata intercaladas. Y con esos tacones que se había puesto parecía mucho más alta.
—¡Estás muy guapa!— exclamó dándome un abrazo.
Me quedé inmóvil sin devolvérselo y le regalé una sonrisa tímida.
—Tu también— respondí.
—¿Por qué es tan temprana la fiesta?— preguntó.
—No lo sé— dije con sinceridad.
—Bueno da igual, así dura más—. Se echó sobre el sofá dejando salir un suspiro.
—Nos tenemos que ir— le dije.
—¿Ya? Pero si acabo de entrar— protestó.
Me encogí de hombros, me eché de nuevo colonia y me dirigí hacia la puerta.
—¿No llevas bolso?— preguntó Ana corriendo hacia mí.
—No me gustan—. Cerré la puerta.
Llegamos a la casa que nos mandaba la ubicación diez minutos más tarde. Habíamos tenido que ir en el coche de Ana y le había pedido que por favor aparcáramos en un lugar donde no nos vieran con ese trasto. Ella protestó pero al final accedió. La casa era enorme, la familia de Vicky manejaba dinero, de eso estaba segura. Llamamos al timbre y enseguida nos abrieron dos chicos que no habíamos visto jamás. El jardín estaba lleno de gente bailando y jugando en las mesas de pin-pon con vasos rojos de plástico. Si en diez minutos eso estaba así no quería imaginármelo dentro de media hora. La puerta que daba al interior de la mansión estaba abierta y aprovechamos para investigar como estaba la cosa dentro. No había tanta gente y el ambiente estaba un poco más calmado, distinguí a Vicky a lo lejos y Ana me dijo que deberíamos acercarnos a agradecerle que nos hubiera invitado. Asentí y fuimos hacia ella.
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Heridas
RomanceRaquel es una chica que tuvo que construir una coraza alrededor de su corazón para que nadie más pudiera tirar piedras sobre él. Samuel es un chico que tuvo que convertirse en un hombre mucho antes de lo que debería haberlo hecho y que supo manejar...