Markus:
Sonreí de lado cuando se bajó el vestido disimuladamente y comenzó a andar como un pato hacia mí. La verdad era que no me molestaba haber venido en absoluto, me había hecho mucha gracia lo que me escribió y me estaba aburriendo soberanamente en casa. Eva me saludó sacudiendo su mano con una sonrisa y dio unas palmaditas en la puerta del copiloto para que se la abriera. Estaba muy sexy, si no estuviera borracha le haría de todo. Abrí la puerta, dejé que se sentara y la miré de reojo cuando noté que no dejaba de mirarme sonriente.
—¿Qué pasa?— pregunté.
—Estoy feliz—. Se acomodó en su asiento.
Apreté las comisuras de mi boca para no reírme.
—Conduzco yo— anunció quitándose el cinturón que se había puesto hace dos segundos.
—De eso nada— negué.
—Sí.
—No. Es mi coche—respondí sin dar mi brazo a torcer.
Parpadeó unas diez veces.
—Me da igual—. Hizo una pedorreta y se levantó.
—Estás como una cuba, moriríamos.
—¿A quién le importa?- pregunta riéndose aunque creo que en realidad lo dice en serio.
Vacilé antes de contestar.
—Conduzco yo, no hay más que discutir.
—Pues, ¿A dónde vamos, capitán?—. Se llevó la mano a la frente como si fuera un soldado y sonreí.
—Tú sabrás, me has escrito tú—. Me encogí de hombros.
Resopló con sonoridad.
—Quita, fush fush—. Hizo un gesto con las manos.
Negué con la cabeza. Ella volvió a ponerse en pie y eché la cabeza hacia atrás perdiendo la paciencia.
—Como no te quites tendré que asentarme ahí por la fuerza—. Me señaló con su dedo—.Está bien, allá voy.
Pasó una pierna hacia mi lado seguida de la otra estampando su culo contra mi cara. Se ajustó el vestido y se sentó encima mía.
—Quítate ya— le ordené.
—NANANANANA—. Sacudió las manos en el aire y me colocó las piernas para que no la estorbasen.
Creo que a nadie se le había ocurrido ir así conduciendo y ni siquiera sabía por qué había dejado que eso estuviera pasando. Como nos vieran nos multarían y vete a saber qué más y yo no quería más líos con la pasma. Eva se estaba recolocando encima mía y yo aparté mis brazos de su cintura intentado pasar por alto su cuerpo encima del mío. Respiré hondo un par de veces convenciéndome de que no pasaría nada y en el caso en el que pasara algo me la sudaría completamente.
—¿A dónde vamos, monstruita?— coloqué mi cabeza a un lado de su costado inhalando su aroma.
—¡Sorpresa!— gritó.
Subió la radio y comenzó a cantar a todo volumen, no cantaba del todo mal pero algunos gallos se le escapaban. Aún así, solo podía fijarme en ese momento en toda ella relajada. Parecía tener frente a mí a una versión muy diferente a la que había conocido anteriormente. Justo entonces, recordé cuando el día que me entregó el abrigo le dejé claro que no volveríamos a vernos y ahora así estábamos. Dudé si darme la vuelta y mandarla a tomar por culo a su casa pero pensé que mientras que sólo hiciéramos tonterías así no había ningún problema gordo.

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Heridas
RomanceRaquel es una chica que tuvo que construir una coraza alrededor de su corazón para que nadie más pudiera tirar piedras sobre él. Samuel es un chico que tuvo que convertirse en un hombre mucho antes de lo que debería haberlo hecho y que supo manejar...