Esfuerzo

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Markus:

Creo que ya es suficiente, no puse resistencia a que la familia de Raquel y ella vinieran a comer con nosotros porque sabía que aquello tenía todo el sentido del mundo. Pero de eso, a que ahora parezcamos dos familias vecinas que han crecido desde la infancia juntas es pasarse. Giro mi Rolex sobre la muñeca para mirar la hora, son casi las cinco de la tarde y acabamos de terminar de comer. Arrastro la silla hacia atrás y me levanto de la mesa dejando apoyadas las manos sobre ella.

- Me voy.- informo a mis padres.

No les da tiempo a reprocharme nada porque cojo mi plato y lo dejo en la cocina.

Arranco la chaqueta del perchero e ignorando las miradas de mis padres me paro frente al carrito y deposito sobre uno de sus mofletes gordos y colorados un beso dulce. Me giro y veo como Eva me mira confundida. Mi conciencia me riñe mentalmente rememorando los recuerdos de cuando la follé delante de su novio el día de su cumpleaños. O el remordimiento, o su cara descompuesta que me lleva a la conclusión de que como no la saque de allí morirá hacen que haga un buen acto.

- Eva, ¿Vienes?- clavo los ojos en ella olvidando a los demás.

Su expresión es para enmarcarla en un cuadro. Dubitativa mira a sus padres y aunque las caras de estos no son nada positivas se levanta de un salto y asiente. Nadie rechista porque saben que no tienen nada que hacer frente a nosotros dos.

Sin prisas salimos y enciendo el coche, me siento en el asiento del piloto y ella da por hecho que su asiento es el de copiloto y se sienta ahí. Enciende la música a tope, sin mediar palabra y vuelve su mirada a la ventana. La miro confuso y bajo la música un poco. 

Media hora más tarde, nos habíamos introducido por el bosque a las afueras de la ciudad. La carretera de tierra y polvo había manchado por completo el coche. Habíamos seguido el ruido de la gente y el estruendo de la música hasta encontrarnos frente a la cabaña abandonada de los padres de Tom. Eva no ha hablado durante todo el trayecto salvo hace unos segundos cuando los baches le hicieron soltar un "joder" de su boca.

No hacía una hora que la fiesta había empezado y ya hay gente colocada. No estoy seguro de que haya sido una buena idea traerla aquí, no quiero que sea una de mis responsabilidades cuidar de una niña de 18 años que encima me detesta. Freno y observo a la gente, parejas besándose, gente bebiendo de un barril sin parar y grupos bailando sin ninguna conexión con la música que hay por lo colocados que están. A los lados los de siempre, distribuyen la droga. Centrado en el ambiente no me doy cuenta de que Eva ha abierto la puerta para salir. Agarro su brazo volviéndola a sentar donde estaba.

- No bebas nada de ningún vaso que te ofrezcan, ¿Está claro?- lo digo seriamente pero ella parece tomárselo de broma.

- Clarinete- responde dejando los ojos en blanco.

Suelto su brazo y ella sale por la puerta. Unos segundos después lo hago yo. Tom y el grupo con el que está se acercan a saludar. Una leve inclinación de cabeza es todo lo que reciben a cambio de sus palabras enfervorizantes.

-¿Quieres uno?- un chico asiático sale del grupo y me ofrece un pitillo.

No suelo fumar, no me gusta. Pero admito que en ocasiones, cuando estoy nervioso lo hago y me tranquiliza.

- Sí.- respondo. Creo que hoy es uno de esos días.

Me acerco a él y me enciende el cigarro con el mechero. Suelto una bocanada de humo en su cara haciendo que se retuerza, sonrío y me apoyo en el coche. A mis lados, empiezan a hablar entre ellos sobre temas de lo menos interesantes. Yo fijo mi vista en Eva y en esos pantalones negros que redondean su culo follable pero tapan sus piernas tan bonitas. Mantengo la mirada cuando ella se gira y me ve; me encantan los momentos en los que cada uno desde un lado hacemos una competición para ver quién quita la mirada primero. Esta vez, desvío yo la mirada primero y tenso la mandíbula al ver que tiene un vaso entre sus dedos. Ella ve hacia donde van mis ojos y comienza a andar hacia mí. Se para a unos centímetros mío y capta inmediatamente la atención de todos los que estamos aquí. Aprieto los puños al ver las miradas de deseo y como algunos desvían la mirada hacia su escote y recorren su cuerpo. Incluido Tom.

HeridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora