Capítulo 29

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Eva:

Desperté con una sensación extraña en el pecho que me asustó y me gustó a partes iguales, y con un nombre en mi mente que sólo me hacía sonreír: Samuel.

<<Joder Eva, ¿Qué coño te pasa?>>

Sacudí la cabeza intentando librarme de aquella vocecita interior que no había parado de darme por culo desde ayer. Me recriminaba haberme abierto tanto a una persona sabiendo que eso debilitaba la coraza que había construido para protegerme de cualquier sentimentalismo.
Por una parte, tenía miedo de que tuviera razón y que todo lo que compartí ayer fuera un arma para utilizarla contra mí, para romperme un poquito más. Pero, por otro lado, sabía que Samuel no era ese tipo de persona. Él era un buen tío, tal vez demasiado bueno y sabía que él jamás utilizaría nada de lo que le había contado en mi contra. Nunca.

Una vez leí que el único motivo por el que podrías darle a alguien la suficiente confianza como para que te lastimara, es porque sabrías que no lo haría.

Fue ese recuerdo el que me hizo dejar a un lado mis miedos y responderle a su mensaje de "Buenos días" con un corazón.

Bajé a desayunar más feliz de lo normal. Mi padre había preparado tortitas para todos y mi madre se encontraba enseñándole desde el ordenador las últimas fotos que había sacado en un evento.

—Buenos días, pequeña— dijo mi padre nada más verme. 

Me dio un beso en la frente y puso frente a mí un plato de tortitas y sirope de chocolate. 

—Buenos días— dije en general. 

Mi madre por fin levantó la vista de su ordenador y me regaló una sonrisa.

—¿Qué tal has dormido?

—Bien. Muy bien, la verdad.

—Ayer saliste con aquel chico, ¿verdad?

—Samuel— dijo mi padre atento a la conversación.

Dejé los cubiertos sobre el plato sin saber muy bien cual iba a ser su reacción.

—Está bien, eh, no hay problema. Tan sólo preguntaba— aclaró mi madre al ver mi cara.

—Sí, salí con él— confesé.

—¿Qué hicisteis?— preguntó mi padre.

Volví la cabeza hacia él. 

<<Follamos, eso fue lo que hicimos>> No, claramente no podía contestar eso.

—Me llevó a un lugar muy especial en su moto— contesté, esperando que no siguieran con las preguntas.

Desgraciadamente, sí lo hicieron.

—¿Tiene moto? ¿Tuvisteis cuidado, no?— preguntó mi madre alarmada. 

—¿No me ves? Aquí estoy; vivita y coleando. 

—¿Y qué hicisteis allí?— insistió mi padre.

<<Papá, si ya lo sabes ¿para qué preguntas?>>

Me quedé unos segundos pensando. Hicimos mucho más que follar, esa cita fue más allá de eso y mentiría si dijera que no me había encantado.

—Llegamos a un sitio a las afueras de la ciudad donde se estaba genial y se veía el sol caer. Samuel trajo comida japonesa y comimos allí, tipo picnic mientras hablábamos. Estuvo genial- terminé diciendo.

Mi madre sonrió y a mi padre también pareció gustarle la respuesta. Poco después salí hacia el instituto corriendo con la mochila a mi espalda porque llegaba tarde. Efectivamente, cuando llegué todo el mundo había entrado. Todos excepto Akame, estaba de espaldas hablando con alguien. No era común en ella llegar tarde. Me acerqué más para poder ver con quién hablaba, fruncí el ceño al ver que se trataba de Alia.

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