Tattooed Guy.// Hyunlix

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El Instituto de Artes Plásticas y Escénicas más prestigioso de Seúl (S&K) abría sus puertas todos los años para brindar educación profesional a un aproximado de 1700 estudiantes de distintas razas, nacionalidades y convicciones personales.

Demás estaba decir que era inevitable la formación de grupitos de alumnos dentro de aquel establecimiento que buscaba defender el libre albedrío.

Bastaba con dar varios pasos desde la entrada hasta el salón principal para encontrarse, por un lado, con el grupo de típicos matones que buscaban la mejor oportunidad para realizar sus fechorías.

Por el otro lado, encontrabas a los "freaks", quienes se la pasaban horas y horas sumergidos en su mundo de libros y juegos de roles.

También, era sencillo identificar a las típicas porristas, populares por el exceso de maquillaje en sus rostros y por acortar sus faldas tableadas como les diese la gana. Siempre acompañadas de los típicos atletas con bronceado artificial y coches de alta gama.

Por último (y de menor importancia) encontrabas a los chicos y chicas apodados "copitos de nieve". Aquella designación poseía una connotación negativa, puesto a que se trataban de personas con aspecto aniñado, suave y sensibilidad ante las críticas de los demás.

No solían destacarse por sus brillantes ideas o talentos y podían pasar desapercibidos entre los demás grupos.

Eran el blanco perfecto para los matones quienes, además, dominaban el campus bajo un conjunto de reglas y códigos que ellos mismos inventaban para sentirse en la cima.

Lee Felix, un chico bajito y de aspecto "frágil", no llamaba mucho la atención a excepción de un detalle: sobre su cabecita pelirroja siempre descansaba una coronita de flores.

"Carne fresca para los matones", pensarán.

Correcto.

En especial para uno de ellos.

Al bravucón de Hwang Hyunjin, un sujeto de cabello largo, rubio y con varios tatuajes, le molestaba verle todos los días con esa estúpida corona de flores.