❀Capítulo 5❀

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—Emm, perdón por molestar...¿Has visto a Jisung?—preguntó Felix con tono angustiado a uno de sus compañeros de clase que casualmente paseaba por los pasillos.

Jeno.

—¿Jisung? ¿Y ese quién mierda es? ¿Un rarito como vos?—preguntó de mala manera el contrario para acto seguido arrojar un escupitajo a las Converse de Felix y retirarse con indiferencia.

El pelirrojo resopló con enojo y frustración, arrugando el entrecejo a medida que limpiaba sus zapatillas con un paño.

Muy a pesar de que el instituto fuese "inclusivo", las jerarquías estaban bien marcadas. Los "copitos de nieve" no eran registrados en la memoria de nadie.

No destacaban en inteligencia, ni en belleza. Ni que hablar de talentos...

Y no sólo eso. No encajaban en ningún lado.

Jeno era un jugador de basketball muy atlético; su talento le otorgaba ciertos "privilegios".

Por otro lado, en aquel instituto la homofobia y el sexismo seguían siendo tan palpables como el piso de concreto con el cual estrellabas tu rostro al caer en la cruda realidad.

Felix lo tenía bien claro, pero aun así quería cambiar. Quería hacerse notar de forma pacífica; que lo respeten y acepten.

Esa es una de las tantas razones por las que había empezado a animarse a utilizar coronas de flores y colores pastel desde el cuatrimestre pasado.

Muy a pesar de las advertencias de Jisung, desde luego.

En el fondo, Felix deseaba que su identidad no se reduzca a un apodo tan banal y carente de simpatía como "copito de nieve".

Probablemente, las flores en sus cabellos podrían llegar a transmitir una imagen de cuán sensible, amable y tierno era, en efecto, el niño de pecas si tan sólo le diesen una oportunidad.

Si algún profesor se olvidaba su nombre al menos podría ser identificado con mayor facilidad.

Si estuviese en aprietos, sería más fácil de escapar y notificar a los directivos.

Poco a poco, se daría a conocer su nombre y quizás, solo quizás, las jerarquías quedarían atrás.

Sonaba utópico, pero no perdía nada con intentar ser él mismo.

Si demostraba quién era en verdad como hasta ese entonces, muchos jóvenes como él, vulnerables y sumidos en la monotonía, podrían finalmente despojarse de la absurda idea de esconderse.

De esconderse tras una bruma de inseguridad creada a partir de estúpidas reglas y mandatos sociales arcaicos.

Hannie está en problemas...¿Por qué nadie quiere ayudarme?—musitó y sus ojitos empezaron a picar.

—¿Ocurre algo, pequeña?

Una voz suave y masculina hizo cosquillas en sus oídos.

Se volteó para dar con el dueño de tan agradable timbre de voz.

Abrió los ojos, sorprendido, al notar que se trataba de Christopher Bangchan, el capitán del club de natación del instituto.

Atleta vigoroso por excelencia y popular entre las mujeres que no dudaban en tirársele encima ante la mínima oportunidad.

El mismo, rascó su nuca, un tanto cohibido por la criatura tan etérea que tenía en frente.

Tattooed Guy.// HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora