»¿Quién lo diría? Mi vida dio un giro tan radical. De todo lo que pudo haber pasado esperaba algo más sencillo que esto, pero no me arrepiento de lo que pasó ese día...
Era sábado, eran las siete de la mañana y qué mejor que hacer un sábado que dormir. De pronto, su celular suena y vibra sobre la mesita de noche, interrumpiendo su cómodo sueño. Se incorporó sobre su cama, frotándose los ojos. Tomó el celular, lo desconectó del cargador y contestó nada más ver el remitente de la llamada.
-¿Hola? -Preguntó.
-¿En dónde estás? -Respondió.
-¿Qué quieres? -Se quejó-, es sábado, quiero dormir.
-Jennifer, es viernes.
Jennifer se quedó muda, completamente perpleja, debería estar en el colegio, debía estar ahí antes de las siete, pero ya eran las siete. Miró la hora, 7:20 a.m. ¿Cómo no se había percatado de que en realidad era viernes?
-¿Hola?, Jennifer, ¿sigues ahí? -Sin contestarle nada colgó la llamada.
Se levantó de la cama a toda prisa, lanzó su teléfono y corrió al baño de su cuarto, volviendo a los pocos segundos al oírlo caer con un estrépito, lo recogió y lo dejó en la cama con más delicadeza, mientras luchaba por sacarse la ropa del cuerpo.
Se bañó tan rápido como pudo, lo cierto es que los escalofríos y el agua helada no ayudaban a las siete de la mañana, menos cuando se tiene prisa. Se puso su uniforme, una falda a veces demasiado corta para su gusto, unos 13 dedos arriba de la rodilla, color azul, una camisa de popelina blanca, sus botas que se distanciaban de su falda por solo tres centímetros, también color azul, su saco y su corbata, azules. Ordenó su mochila, más o menos, más bien lanzó sus cosas a la mochila y salió disparada desde su cuarto. La casa estaba vacía, su madre y su padre habían salido temprano, Evan estaba en Chelsea, en el colegio.
No había nadie en casa, lo que facilitó su odisea por no llegar más tarde de lo que ya iba.
Estaba preocupada, muy probablemente la reprenderían por llegar tarde por tercera vez en la semana, muy probablemente llamarían a sus padres.
¿Cómo les explicaría que se había quedado dormida sin que se enojaran y la castigaran?
Caminó por el parque tan rápido como aquellas botas de tacón alto le permitían, solía tomar ese atajo porque resultaba más sencillo que rodear el parque, más teniendo en cuenta que el camino lo atravesaba directamente, eso y que Evan estaba en otra ciudad, estudiando en otro colegio.
De pronto, una sombra, una gran sombra le pasó por encima, parecía de un ave, tal vez una especie de águila o algo que se le pareciera, prefirió no ponerle mucha importancia a aquella aparición y continuar con su camino, pero la sombra la dejó tan nerviosa y desubicada que comenzó a temer lo peor.
¿Y si no era un ave? Temió que fuera algo más grande, más bestial, algo que pudiera engullirla viva y de un bocado.
«Es ridículo» se dijo «céntrate en el camino». Y reanudó la marcha, sintiéndose repentinamente observada.
Apresuró el paso, mirando hacia todos lados, no había ni un alma alrededor y no sabía distinguir si aquello era bueno o malo. Y cuando miró hacia atrás... Un chico, de ojos grises y cabello negro, muy oscuro, como un vórtice de oscuridad, sujetaba su muñeca, reteniéndola, el miedo empañó sus brillantes ojos azules.
-Cálmate -le dijo al ver cómo temblaba-, no te haré nada -y soltó su muñeca.
Escuchó el aleteo de unas alas y al siguiente segundo una bestia aterrizó junto al chico, soltó un jadeo de sorpresa, retrocediendo unos pasos.
ESTÁS LEYENDO
Tal vez este es mi destino ✔️ [Pepromeno #1]
FantasySi Jennifer utilizara una palabra para describirse a sí misma podría usar: Tímida, callada, reservada, introvertida y una que no podía faltar, increíblemente torpe. Aunque todo cambia un viernes por la mañana. Ahora, con todo y su torpeza, tiene que...