Capítulo 5: Verdades

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Cinisca esperó el movimiento de Alynne, Alynne el de Cinisca. La pelinegra no pudo evitar emocionarse solo un poco, pelear con Alynne, superarla, derrotarla, era tan estimulante.

No pudo esperar más, lanzó el primer ataque sin pensarlo, corrió hacia Alynne, la espada en la mano. Dio un salto, levantó la espada sobre su cabeza, estaba lista para atravesar a Alynne, estaba ansiosa por ello, pero ésta fue más rápida y se apartó. Atacarla de vuelta no serviría, Cinisca era brutal, las posibilidades de que se detuviera eran casi nulas, incluso si estuviera herida.

La rubia saltó hacia atrás, alejándose de Cinisca, levantó su arma, una hoz, la lanzó hacia Cinisca, la pelinegra se hizo a un lado, pasó por un lado de Alynne, dejó que la espada en su mano derecha hiriera a Alynne. La sangre comenzó a caer por la extensión de su abdomen. Cinisca había hecho un corte recto de extremo a extremo.

La rubia estaba furiosa, lanzó su hoz hacia la pelinegra, la golpeó, Cinisca salió proyectada hacia un árbol. Luego cayó a una considerable distancia de su espada.

La cabeza le dolía por el impacto, igual que el cuerpo entero. Maldijo en voz baja, su espada estaba demasiado lejos como para intentar alcanzarla. Escuchó a Alynne acercarse lentamente, su mejor opción era tomar la espada antes de que Alynne se acercara demasiado.

Lo intentó, trató de tomar su espada antes que Alynne llegara a ella, la rubia lo percibió, se aproximó a ella más rápido. Golpeó la espada alejándola de la pelinegra, luego pateó su mano.

Cinisca gimió de dolor retrayendo su mano, buscando liberarse del dolor.

Miró a Alynne de reojo, la diversión en su mirada le indicaba que no estaba dispuesta a tener piedad, un atisbo de terror cruzó por sus ojos, pero se obligó a suprimirlo. Lo sabía, estaba a merced de la voluntad de Alynne.

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Jennifer corría tan rápido como podía, quería asegurarse de estar lo suficientemente lejos de la pelea, tal como Cinisca le había indicado. No sabía cuánto se había distanciado de ellas, esperaba lo suficiente.

Su garganta comenzó a doler, sus piernas ya no podían más, jadeaba, incluso tenía un ligero dolor de cabeza. El bosque era inmenso y estaba oscuro, apenas veía lo que tenía frente a ella. El sonido del río era tranquilizante, incluso la aliviaba.

Dejó de correr, caminó a paso lento y desacelerado buscando el río, guiándose por el sonido. Se sintió aliviada cuando lo encontró. Se arrodilló para beber un poco de agua, le escocía la garganta. Luego de unos sorbos se sentía mejor, su garganta lo agradeció.

Levantó la mirada, solo para verificar que no había nadie a su alrededor, entonces lo vio, al otro lado del río, un hombre. Era alto, imponente, su cabello, completamente blanco, un parche sobre su ojos izquierdo, tenía una barba rodeando su quijada, dándole un aspecto más atemorizante.

Jennifer se levantó de inmediato, retrocedió algunos pasos lentamente, se sentía como una presa temerosa a hacer un movimiento brusco y alertar a su cazador. El hombre se movió solo un poco, parecía listo para atravesar el río de un salto.

«No va a hacerlo». Se dijo.

El hombre retrocedió unos pasos y luego... saltó. Jennifer jadeó de sorpresa, se aferraba a la esperanza de que no lo lograra. Y para cuando se dio cuenta el hombre ya había pisado el otro lado.

«¡Corre!». Le indicó su mente.

Se dio la vuelta y corrió, corrió a pesar del cansancio de su cuerpo, a pesar del ardor de su garganta, corrió a pesar de que ya no podía más. Había perdido la ventaja, el hombre estaba demasiado cerca, él corría incluso más rápido que ella. Casi pudo sentir su respiración en el cuello, pero no estaba lo suficientemente cerca para eso.

Tal vez este es mi destino ✔️ [Pepromeno #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora