Dos semanas, eso es lo que llevaba sin ver a Cinisca, Adam le había dicho que sólo un día, ¿Cuándo un día se había convertido en dos semanas? Había intentado no pensar en la pelinegra, aunque todo en Kaisan le recordaba a ella, después de todo era su amiga, ¿Cómo podría olvidarla?
Aquél lunes por la tarde se sentó en el techo de la torre más alta del castillo a esperar a la pelinegra, como solía hacer desde que ella se fue. El domingo 12 de Junio por la tarde se sentó en ese mismo lugar a esa misma hora a esperar a Cinisca, pero ella no llego, así siguió los días siguientes hasta que los días se convirtieron una semana entera de espera, y Cinisca aún no volvía, y una semana se convirtió en dos semanas, ya empezaba a extrañarla.
Bajó del techo cansada de esperar, volvería a probar suerte mañana, martes, tal vez ella regresaría. El miedo había comenzado a invadir a la pelirroja, ¿Y si le había pasado algo? Sabía que dejar que Cinisca fuera tras Alynne no era una buena idea, ¿Por qué la dejó ir? De haberla detenido no estaría siendo consumida por los nervios, la culpa y el remordimiento y sobre todo tendría a su máquina de sarcasmo personal junto a ella, ayudándola y escuchándola.
Entró a su cuarto y se tiró sobre la cama, estaba cansada, se removió el fleco de la cara, culpa del movimiento brusco que había hecho; recordó la historia de ese fleco, Cinisca lo había cortado, ella lo había hecho, ¿Enserio todo tenía que recordarle a ella? Nadie la culpaba de que Cinisca se fuera, a pesar de que Jennifer había pensado mucho en eso, ¿Qué hubiera pasado de haberla detenido? Estaría mucho más cómoda y tranquila, probablemente.
La puerta se abrió y la pelirroja volteó a ver a la persona que había irrumpido en su habitación, Adam. él caminó con su porte elegante, su cabello alborotado, como era costumbre, hasta la cama de Jennifer en donde se dejó caer junto a ella viendo hacia arriba, veían el blanco techo del cuarto de la pelirroja.
—¿Piensas en ella? —De pronto preguntó el pelinegro.
—Sí —respondió la pelirroja—, no puedo evitar que todo me recuerde a ella, no sé porqué.
—Es que la extrañas, eso es todo. —La consoló él.
—Dijiste que ella regresaría. —Dijo ella.
—Lo hará, mala hierba nunca muere. —Respondió él.
—Pero no volvió cuando tú dijiste, han pasado dos semanas, ya no sé si volverá.
—¡Ey! Lo hará.
—¿Así cómo cuando me dijiste que vendría el día siguiente? —Preguntó con un poco de acidez en su voz.
—Bueno se retrasó un poco. —Respondió el pelinegro.
—Un poco, dos semanas. —No podía evitar que las palabras sarcásticas salieran de su boca, simplemente salían.
—Confía en mí, ella volverá. —Adam tomó su mano, y la pelirroja la apretó un poco.
—La extraño.
—Yo no —respondió él—, hace años que no me sentía así de relajado.
Jennifer soltó una carcajada —Enserio se caen mal.—No tienes ni idea. —La puerta se abrió de golpe.
—¡Espero que estén listos para entrenar! —Akemi irrumpió en la habitación de la pelirroja.
ESTÁS LEYENDO
Tal vez este es mi destino ✔️ [Pepromeno #1]
FantasySi Jennifer utilizara una palabra para describirse a sí misma podría usar: Tímida, callada, reservada, introvertida y una que no podía faltar, increíblemente torpe. Aunque todo cambia un viernes por la mañana. Ahora, con todo y su torpeza, tiene que...