Capítulo 18

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Estuve toda la noche al lado de la urna, me ofrecían comida, pero yo no tenía la fuerza para probar un bocado.

Cuando eran casi las tres de la mañana el cuidador de la funeraria me dijo que no me podía quedar ahí, y subí con Andrea y mi abuela a unas habitaciones que estaban en la planta alta. Andrea estaba desolada, no paraba de llorar, solo hablaba de Angelo, cosa que ponía mal también a mi abuela, yo intentaba calmarlas pero nada de lo que hacía funcionaba. Mi abuela se recostó en la misma cama que yo y Andrea en la otra.

-¿Quién era esa muchacha que estaba hablando contigo hace rato? -Dice mi abuela-

Yo suspiré y miré a Andrea.

-Una amiga de Angelo.

Me sentía muy mal por mentirle a la que se había convertido en mi mejor amiga, pero una noticia de semejante magnitud no podía dársela en un momento así.

-¿Una amiga? -Pregunta Andrea-

-Una ex compañera de clases con la que Angelo aún estaba en contacto.

-Si claro, compañera.

-Al parecer mi muchacho no deja de hacerte poner celosa ni estando en el cielo. -Mi abuela sonríe, una sonrisa llena de dolor-

Todas sonreímos.

-Vamos a recordar solo los buenos momentos ¿vale?, vamos a recordarlo bien, alegre y feliz como era él.

-Eso haré. - Andrea sonrió-

-Yo voy a intentar dormir mis niñas. Hagan ustedes lo mismo. -Dice mi abuela-

-Si mi Tita no te preocupes.

Ellas se quedaron profundamente dormidas, y yo no pude. Por mi mente pasaban todos los momentos con Angelo, bien fueran buenos o malos. Recordé una noche que Angelo y yo fuimos a dormir con mi mamá y mi papá en una tormenta, ambos le temíamos a los truenos y llorabamos cada vez que llovía, recordé perfectamente la imagen de los cuatro durmiendo juntos, y fue imposible contener las lágrimas, en ese momento era feliz y no lo sabía, los tenía a los tres, tenía a mi familia junta estábamos unidos y todo estaba bien. También recordé una tarde, yo estaba cumpliendo años y mi papá había hecho un almuerzo para todos, estábamos en el patio, y mi abuela había ido a la casa, después de comer mi mamá había instalado un karaoke y Angelo y mi papá estaban cantando un tema a dúo. Recuerdo que reí tanto que me dolía la barriga y los cachetes... Hace días había dicho que el mejor cumpleaños había sido el número 22, pero no... El mejor cumpleaños fue ese el número 14, donde estaba con mi familia, donde era feliz.

Lloraba, lloraba como una niña quería regresar el tiempo, quería pedirle perdón a mi hermano, quería haber estado con él siempre y evitar que cayera en esa vida, lo amo y lo extraño, y sé que siempre voy a extrañarlo, voy a extrañar su sonrisa picara, sus locuras, sus piropos, su comida, el olor de su café, voy a extrañar su voz, voy a extrañar oírlo cantar, todo eso... LO VOY A EXTRAÑAR A ÉL.

~

A la mañana siguiente era el sepelio, y por mi mente pasó el vago recuerdo de un día que Angelo y yo hablábamos de la muerte, y él me hizo prometerle que si moría antes que yo su carro fúnebre iba a llevar puesta una canción de Akapellah, su rapero favorito.

Pedí que lo hicieran pero no se podía, así que Andrea en su carro colocó "So fine, so fresh" su canción favorita y la repetía cada vez que terminaba.

La letra me hacía recordarlo, y me hacía llorar, intentaba no hacerlo pero era incontrolable. Me imaginaba cada mañana él cantando, me imaginaba cuando con cada situación de la vida él le ponía una canción y hacía que los problemas se vieran chiquiticos.

Con olor a café.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora