Capítulo 24

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Esa noche fue la primera de muchas, la manera en que Fernando y yo nos entregamos, fue la mas pura y sincera.

Los días transcurrieron y el viaje cada día se hacía mas hermoso, recorrí El Roraima entero, y tuve las mejores vistas. Llegamos a la cima y al sexto día regresamos.

El viaje de venida se me hizo mas corto, y en todo el camino Fernando no paró de sonreír.

Llegamos a Puerto Ordaz casi a las seis de la tarde, paramos para descansar y regresar a Caracas cuando amaneciera.

En el hotel, Fernando me contó que había comprado un celular, cosa que me molestó porque no me había dicho antes. El monstruo de los celos se hizo presente.

-¿Por qué no me habías dicho? -Pregunté-

-Isa, no se necesita celular en la montaña, menos con una compañía como la tuya.

Yo molesta, y él sonríe, haciendo que me enamore.

-No es excusa. Podrías habérmelo comentado.

Y los celos se intensificaron cuando comenzó a sonar. Y en la pantalla decía en letras mayúsculas "Mariana"... La ex intensa.

Fernando se quedó como una piedra, su hermoso rostro moreno ya no era moreno sino blanco. El silencio se apoderó de la mesa.

1...2...3...4... Respira Isabel, no hagas, ni digas nada.

Volví la mirada a mi plato y seguí comiendo, con naturalidad dije:

-¿No vas a contestar?

Tragó grueso, me miró, me miró y finalmente dijo:

-No es nada de lo que estás pensando.

Suspiré, y esta vez conté hasta mil.

-Se me quitó el hambre, te espero en la habitación. La única cosa que te pido es que tus llamadas las contestes fuera.

Él no dijo nada, sabía que se decía algo o intentaba excusarse, iban a correr las peores palabras por mi boca.

Entré al cuarto hecha una furia, estaba en verdad molesta. Él no solo no me había dicho que tenía celular, sino que Mariana estaba llamándolo.

Tomé una ducha y estuve mas o menos una hora dentro. Por fin salí y él estaba ahí.

-Isabel...

Le interrumpí y con un el dedo índice le dije.

-Como me digas algo, júralo que te rompo los dientes.

Él fue a decir algo y se contuvo.

Esa noche no me abrazó, ni yo a él. Aunque deseaba que me abrazara, estaba hecha una furia, y no pensaba disculparlo.

Después de casi mil vueltas en la cama, por fin me dormí.

En la mañana, el desayuno estaba en la cama, pero Fernando no estaba. Esa distancia entre los dos no me gustaba.

Me bañé, arreglé mis cosas y ya estaba lista cuando entró Fernando. Sin dejarme hablar dijo:

-Mariana también se está graduando conmigo, tenemos que terminar unos detalles de la tesis. Por eso me estaba llamando.

Eso me alivió, aunque tan solo el hecho de que ella tuviese su número y yo no, me molestaba.

-Supongo. -Suspiré- da igual.

Y casi como si pudiera leerme el pensamiento:

-Debí habértelo dicho, lo sé, perdón. Pero fue un día antes del viaje, solo mis compañeros tienen el número y mi mamá. Hice un gran sacrificio en lanzarme esta aventura, estoy a menos de una semana de graduarme, mis compañeros tenían que estar en contacto conmigo... -Suspiró- ¿ya me puedes perdonar?

Con olor a café.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora