Capítulo 27

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-¿Que haces tú aquí? -Dice Liliana, la mamá de Fernando-

-Señora yo...

•¡Yo la mato!•

-Señora nada. Pero bueno muchachita ¿hasta cuando vas a atormentar a mi hijo?

La cara de Mariana era de querer morirse, me miraba y yo la miraba desafiándola, diciéndole "fuera" con la mirada. Liliana se le iba a ir encima a la bruja cuando Fernando la agarró.

-¡Mamá ya!. -Grita Fernando-

Todos nos mirábamos las caras, esperando que por lo menos Fernando hiciera algo.

-Mariana... -Continuó- ¿que pasó?

-¿Me dejas darte un abrazo?

•¡Ahora si que la mato, los mato!•

Ella lo abrazó y esbozó una sonrisa irónica. ¡Zorra!.

-Feliz cumpleaños mi Cuchi, te amo.

•¿Cómo que "Cuchi"?. ¡Descarada!•

-Listo el abracito. ¿No? -Dije-

-Gracias. -Dijo Fernando-

-¿No me vas a invitar a pasar?-Dice ella-

-No. -Dice Liliana- y te voy a agradecer que respetes, no te quiero ver más en mi casa o cerca. Fernando e Isabel están comprometidos y tu no vas a hacer que se separen otra vez.

•¡En tu cara!, que bella ni suegra.

Soltó una carcajada la muy zorra.

-Las veces que Fernando ha vuelto a mí es porque ÉL quiso.

-Mariana ya. -Dice Fernando-

-Te duele que diga la verdad.

Los celos, la rabia y la impotencia me invadían. "Las veces" o sea que no solo fue en el momento del supuesto suicidio.

Respiré profundo y por primera vez en mi vida razoné antes de hablar y no me dejé llevar por mis impulsos. No quería darle el gusto.

-Bueno mi vida, las veces ya pasaron. Ahora antes de que te rompa los dientes, te pido que te vayas.

Yo sonreí. Y estoy segura que eso le molestó.

-Y serán más créeme.

Se fue, y los celos decían presente, miré a Fernando con cara de quererlo matar, y como ya me iba conociendo, sabía que tras esa mirada no debía ni hablarme.

-Bueno ya. Basta del show, sigamos en nuestra celebración. -Dijo Liliana-

Me acerqué al mueble donde estaban Andrea y mi sobrina, Andrea acudió rápido a mi llamada de auxilio con la mirada y adivinando mis pensamientos dijo:

-¿No habrás creído eso de "las veces", verdad?

Me encogí de hombros.

Pasaron dos horas, y entre ron y ron ya tenía la lengua trabada y hablaba de más, uno de mis tantos defectos. Como siempre intenté sonreír, y que no se me notara mucho.

Fui al baño a lavarme la cara y Fernando fue detrás de mí.

-Estás bebiendo mucho. -Dijo con tono serio-

-¿Quién dice?

-Yo.

Solté una carcajada. Ya estaba muy mal.

-¿Quién eres tú?

-Tu novio.

-Mi novio que comparto con Mariana. -Otra carcajada- ¡Eres un imbécil-

Con olor a café.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora