-Es una locura Isabel, definitivamente ¡Es una locura!
-Tarde o temprano se van a enterar Carlos, y prefiero ser yo quién se los diga.
-No te van a creer, Isa.
-No me importa si me creen o no.
-Debes pensarlo bien, tienes que pedir prestado el dinero y para ello necesitas trabajar.
-¿Prestado? Dime tú ¿a quién coño le voy a pedir ese dinero?
-Isa... Necesitas pagar.
-¡Yo no quiero pagar nada! -Las lágrimas comienzan a bajar por mi cara- ¡Yo no soy una delincuente!
-Yo sé que no eres una delincuente -Carlos me abraza con mucha fuerza- y aquí estoy yo para ayudarte a probarlo... Si quieres contar la verdad, yo te acompaño.
Esa noche Carlos me acompañó, durmió en mi incomodo mueble, aunque le rogué que durmiera en la habitación y yo ocupaba su lugar, en realidad no dormí, lo que estaba a punto de hacer me dejó toda la noche pensando, amaneció y tan pronto vi el sol fui corriendo a bañarme.
-¿Lista? -Dice Carlos-
-Lista.
Nos fuimos caminando hacía la cafetería, necesitaba tomar fuerzas, necesitaba drenar energías, y sobre todo necesitaba pensar. Cuando llegamos ya había gente dentro de la cafetería... Y entre esas personas estaba el lector, como si no fuera suficiente con todos los pensamientos que tenía aparecía él, a revólverme más la mente.
-Buenos días Isabel ¿Como sigue tu hermano? -Dios mío era la hora de enfrentar todo-
-Buenos días, bien. ¿Podemos hablar un momento atrás?
-Claro, vamos. -El señor Raúl asiente confundido-
Pasamos a la parte de atrás y Carlos me acompaña, no quería estar sola.
-Isabel si necesitas renunciar por...
-Escucheme señor Raúl -Le interrumpo- tengo algo muy importante que decirle... El muchacho que robó la cafetería la semana pasada, era mi hermano...
Él niega con la cabeza y se pone una mano en la frente.
-Le juro por mis padres que me ven desde el cielo que yo no tuve nada que ver... Aunque ese día lo reconocí en seguida, yo... Yo no podía entregar a mi hermano le pido que por favor me perdone, y le pido perdón en nombre de Angelo porque yo...
-¿Por qué no me lo dijiste antes? -me interrumpe-
-Porque yo simplemente... No sabía... Como...
-No voy a denunciarte, ni a tu hermano... Al fin de cuentas tu no tienes la culpa, y él está pagando lo que tiene que pagar.
-Yo no debería decir esto, pero gracias, gracias de verdad, usted siempre ha sido como un padre para mi...
-No vas a perder tu trabajo... -me interrumpe- lo único que te voy a pedir es que tu hermano no se aparezca por aquí... Ahora retirate porque se que tienes que ir a cuidarlo.
-Muchas gracias de verdad, usted vale oro.
Él no dijo nada, pero podía notar en su cara la decepción, siempre se había portado excelente conmigo, y en verdad lo quería como a un padre, aunque no fui yo quién cometió el robo, fui cómplice, y eso debió dolerle en el alma.
Al salir, él seguía ahí... Mi lector, estaba sonriendo metido en su libro, y con su respectiva taza de café, era increíble como podía hacer que me olvidara del mundo en segundos, era increíble el efecto que tenía en mí.
ESTÁS LEYENDO
Con olor a café.
RomanceIsabel es una estudiante, también empleada de una cafetería de Caracas. Lleva una vida relativamente normal, hasta que la misma da un giro de 360°; 180° por parte de su hermano menor Angelo, quien cambió mucho desde la ùltima vez que se vieron. Y 1...