Capítulo 22

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Si pudiera describir con una palabra lo que sentí al leer eso, sería con una sola; FELICIDAD. estaba siendo feliz como hacía mucho tiempo no era, y mi felicidad se la debía a mi lector. Dicen que uno no puede ser feliz a costa de algo o mejor dicho de alguien, pero la sensación que me producía estar con él, era lo más cercano a la felicidad.
Empecé a gritar de la emoción, no sabía que decir, ni que hacer. Cristina se acercó y me arrancó el libro de las manos.

-¿Beautiful disaster? -Preguntó confundida, y yo le hice señas para que siguiera hasta la otra página. Lo leyó y también gritó- wow. Si que es original y tierno tu lector.

Sonreí.

-¡Es perfecto!

-Este libro es muy bueno... Tiene una saga... -El señor Raúl se acercó hasta la mesa-

En ese momento se me ocurrió una idea perfecta.

-¿Cómo se llama?

-Walking disaster.

-Ya vengo. -Sonreí-

Cerca de la cafetería había una librería, y decidí que la mejor manera de darle mi respuesta sería a través de un libro, y que mejor que la saga del que él me había regalado. Así que compré el libro y me fui de nuevo al trabajo.

                          ~

Como antes Fernando llegó a las cinco en punto a la cafetería. Tenía una enorme sonrisa... Esa sonrisa que me encantaba y me hacía sonreír a mi también. Se acercó con una sonrisa cómplice y se paró en frente de mi.

-Buenas tardes gran pequeña dama.

-Buenas tardes pequeño gran hombre.

-¿Lista?

-Lista. Vámonos.

Caminamos a buscar mi moto, y él no preguntaba nada. Nos fuimos a mi casa y tampoco en el camino dijo nada, eso era bueno para mí, hacía tendría tiempo de darle mi sorpresa.

-¿Te vas a quedar? -Le pregunto-

-¿Quieres que me quede? -Sonríe-

Pongo los ojos en blanco.

-¿Sí o no?

-Sí. -Dice sonriendo-

-Voy a bañarme. ¿Puedes alimentar a Brooklyn? Por favor.

-También te voy a alimentar a ti.

-Imbécil.

                          ~

Cuando salí del baño estaba Fernando viendo televisión, estaba mega entretenido en un programa de crímenes.

-Yo cocino hoy.

El asintió sin sacar los ojos del televisor.

A continuación preparé ensalada cesar, y serví la cena en la mesa del comedor, nunca se comía ahí, sólo cuando habían visitas, o en navidad... Como Fernando estaba entretenido pude preparar todo y dármelas de "romántica".

Coloqué dos velas de olor que me había regalado Andrea hacia muchísimo tiempo. Utilicé la vajilla de la ocasiones especiales... La champaña se la debía, así que serví solo agua en dos copas, y coloqué el libro en el medio del comedor.

Me levanté hasta mi habitación y me puse un vestido rojo sencillo, unos zapatos bajos, y me hice una cola de caballo... Yo nunca había hecho una cena romántica, ni siquiera había cocinado para alguien especial. Estaba nerviosa, y tenía las mejillas del mismo color que el vestido.

Con olor a café.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora