Capítulo 3

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Era lo más hermoso que habían visto mis ojos. Moreno, alto, con los bíceps bien marcados, y el trasero más grande que ha podido existir, tenía el cabello ondulado peinado hacia adelante, y una sonrisa que formaba hoyuelos en sus cachetes, iba vestido con una camisa cuello en "V" blanca, un pantalón negro, y unas timberland suela alta color miel.

Lo más impresionante no era como iba vestido ni lo bello que era... Lo más impresionante era lo que llevaba en sus manos... Romeo y Julieta.

Me quedé mirándolo como boba, indisimuladamente, no sé si lo miraba a él o miraba su libro, estaba completamente hipnotizada, fuera de órbita.

-¡Isaaa! -Me grita Cristina sacándome de mi hermosa fantasía- la mesa 2 está esperando el café desde hace media hora.

-Perdón en serio perdón, voy volando.

Fui a llevar lo que tenía pendiente y pasé justo por enfrente de su mesa, estaba ahí metido de cabeza en su libro, sonriendo tímidamente y lo más hermoso posible. No me miró, ni hizo un esfuerzo por hacerlo... Aunque bueno normalmente los hombres no me miran, no soy esa clase de mujer que suele ser mirada, mejor dicho no soy mirada. Mido 1,75 no tengo un abdomen plano pero no me quejo, tengo un trasero que no suele caber en todos los pantalones, soy morena con el cabello marrón caoba •Se el color exacto porque lo tiño desde que tenía 15•, y mis ojos son café. No lo culpo por no mirarme...

Regreso a la cocina a lavar los platos y llevar la otra orden, cuando salgo está Cristina tomando la orden de "Mi hermoso lector", deseando haber sido yo quién la tomara, aunque soy tan tímida que dudo tener la fuerza para si quiera hablarle, seguí contemplándolo, tomando su café, por lo visto era negro, como me gusta a mí... Que lindos labios, que linda boca, quisiera comérmela a besos... • ¡Isabel para de fantasías!• me grita mi subconsciente.

Dejo se mirarlo y me pongo a atender las demás mesas. •Dios mío que perfecto es• digo mordiéndome el labio, quiero seguir mirando pero no quiero que me mire él a mí, moriría de vergüenza, de miedo... No sé ni de que moriría.

-Buenos días señorita, un café negro con dos de azúcar por favor -Dice una señora que está al lado de su mesa-

-Buenos días señora enseguida se lo traigo.

Me fui rápido a la cocina sin mirarlo, aunque moría por hacerlo, llevé el café y Cristina me mandó a colocarme en la caja.

Cuando estaba en la caja, casi a la hora de mi salida, se acerca el hermoso lector. •Que no me mire, que no me mire, que no me mire•

-Buenas tardes, me dices la cuenta por favor.

Estaba sonriendo, ¡Y qué sonrisa!, era hermosa, perfecta, encantadora, y los más encantador eran sus ojos, grises, rayados, sumamente perfectos. Me hice la dura, la que no lo vi.

-Son 60bsf. -Y le di una sonrisa tímida •Ay señor, hasta buscando en su billetera es perfecto•-

-Muchas gracias señorita. -Sonrió y salió del local-

Nunca había visto tanta perfección junta, te doy todo menos problemas • ¡Isabel Martinez por favor!• Grita mi subconsciente, al cual ignoro por completo.

                                                                                        ~

Por un momento ese Dios moreno me hizo olvidarme de Angelo y todos los problemas que tenía encima, sin embargo tan pronto llegué a la universidad me volví a acordar de ese gran desastre.

-Hola Isa, ¿Que tal tu día? -Andrea, mi compañera de la universidad se me acerca con una amable sonrisa- Me enteré de lo del robo hoy, ¿estás bien?

Con olor a café.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora