Capítulo 9

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-¿No sabías que tu hermano había pagado?

-Por supuesto que no sabía Andre, él no tenía que pagar nada.

-Ay pero él fue el que cometió el crimen mija, que pague por lo menos.... Ay perdón Isa, yo no quise... Ay tu sabes como soy yo de lengua suelta. Soy bonita no inteligente.

Eso me hizo reír.

-Tranquila Andre. ¿Como estás? ¿que tal las cosas con Kevin?

-¿Kevin? No mi amor, eso no funcionó. A mi me interesa el hermano de cierta amiga mía.

Volví a reír.

-Nunca dejaría que ninguna de mis amigas se enredara con mi hermano.

-¿Pero que tiene de malo? A ver.

-Mi hermano lo que tiene de lindo lo tiene de mujeriego. Olvidalo.

-Pero es que es tan bonito.

Angelo al contrario de mi era guapo, alto, moreno, robusto, de ojos grises, y cabello negro azabache, con una sonrisa encantadora, y unos ojos chinos que convencían a cualquiera.

-Ya te lo dije -Me reí-

-¿Ni bajo mi propio riesgo?

-¡Que no mujer!

-Que mala amiga eres. En fin. ¿y tú? ¿Los amores y esas cosas qué?.

-Me gusta alguien, pero no sabe que existo.

-Uy, eso es muy triste, por fin te gusta alguien y no sabes ni su nombre.

-Si se su nombre. Fernando Parente. Es un muchacho que va a la cafetería todos los días. Es hermoso.

-Lo tengo que conocer.

-Ni lo sueñes.

-Ay Isa, si te gusta no voy a intentar nada con él, esa es mi regla de oro.

-Más te vale. -Las dos nos reímos-

-Que mal educada soy. ¿quieres algo de tomar?

-Descuida. Sólo café.

-Tu y tú café. -Puso los ojos en blanco.-

                        ~

Pasadas las cuatro de la tarde ya estaba de regreso en mi casa. Y a Angelo le esperaba un buen jarabe de lengua.

Estaba sentado concentrado en un partido de fútbol.

A continuación desconecté el televisor.

-¿Estás loca? Estaba viendo eso.

-¿Que coño te crees tu para meterte en mis asuntos?

-¿Perdón? ¿tus asuntos? Te recuerdo que quién cometió el robo fui yo.

-Ay perdoname tu, no sabía que eso era cuestión de sentirte orgulloso. ¡Eres un maldito mal agradecido!

-¿Mal agradecido? Mal agradecida tú, todavía te pago una maldita deuda que ni siquiera es tuya y te quejas, vaya ¿Quién no agradece ahora?

-Ah, ¡pero mi angustia y todos los días que estuve pendiente de ti no valen ¿no?! -Fue imposible contener las lágrimas- eso era dinero sucio por el amor de Dios.

-Lo sé. Hermanita perdón. No quise decir esas cosas, sé lo difícil que debe haber sido todo esto para ti. Perdón perdón.

-¡Vete a la mismísima mierda!. Y mi cuarto vuelve a ser mi cuarto. Duerme en el colchón incómodo si te da la gana.

Con olor a café.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora