Capítulo 10

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Solté una risa nerviosa, ese ha sido el comentario más lindo que alguien ha podido hacerme.

-Pues gracias, supongo que no voy a amanecer muerta en Parque del Este. -Un escalofrío me recorrió el cuerpo, ahí fue dónde encontraron a la muchacha muerta de "Sangre en el diván"-

-No, de seguro te dejan en Plaza Venezuela. -Se ríe-

-Mira mejor callate, no invoques a las malas vibras, porque tú me vas a acompañar hoy nada más, los demás días voy a andar sola.

-Bueno, te acompaño los demás días.

-Sí claro. -Puse los ojos en blanco-

-¿Ah y por qué no? Queda cerca de mi casa.

Eso me hace reír.

-Fernando, Pintosalinas está a muchos kilómetros de aquí.

-Que kilómetros nada, exagerada. Bueno a mi me da la gana de acompañarte pues.

-Ay perdón. Pegame pues.

-A las mujeres no se les pega, gran pequeña dama.

"Gran pequeña dama" Dios mío que perfección, acaba de decirme por segunda vez en menos de una hora las palabras más lindas de mi vida.

-¿Gran pequeña dama? -sonrío levantando una ceja-

-Sí. ¿Qué? ¿no puedo llamarte así?

-Sí, si puedes. Suena como a poder, a grandeza.

-Ay pero que modestia.

-Pero es en el buen sentido. -Volví a poner los ojos en blanco-

En menos de media hora llegamos a mi casa, se me había hecho muy corto el camino.

-Dijiste que era una casa.

-Es una casa.

-Esto es un edificio -Soltó una carcajada-

Ciertamente vivía en un edificio, pero el apartamento era mío, cuando en Venezuela se podían comprar casas, entre mi abuela y yo lo compramos, claro que era algo pequeño, para ese entonces era accesible.

-Pero mi apartamento es MÍO, así que se convierte en MI CASA.

-Definitivamente tienes un muy mal carácter. Bueno te dejo sana y salva en tu casa, no te secuestró ni te mató nadie.

-¡Que dejes de invocar a las malas vibras!

-Perfecto. Prometido que no invoco a las malas vibras.

-Me parece genial, hasta luego.

-Hasta luego gran pequeña dama. -Nos despedimos con un beso en la mejilla y el me guiñó el ojo-

Nunca pensé que tuviese esa personalidad tan espontánea y tan fresca, de sentía bien estar con él, se sentía bien hablarle.

•¡Dejate de ilusiones que no es para ti!• Grita mi subconsciente.

Meneé la cabeza negándome todos los pensamientos sobre Fernando, mi subconsciente tenía razón, él solo quiso disculparse.

-No seas imbécil Isabel. -Dije en voz alta-

-Ay hermanita hablando sola después de vieja.

Sonreí.

-Callate.

-¿Que tienes?

-¿Te acuerdas de el lector?

Angelo asiente.

Con olor a café.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora