•CAPÍTULO 12•

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LA CENA

Comenzamos a cenar y las miradas no faltan, él tiene algo que me intimidada, pero que a su ves me encanta y despierta toda mi curiosidad.

Bebo de mi copa de vino sin romper el contacto visual, él no deja de mirarme, tras beber vuelvo a dejar la copa encima de la mesa.

-Hay algunos puntos que quiero dejar claros, para empezar esto -habla mientras deja su plato a un lado y entrelaza sus manos.

-De acuerdo, soy todo oídos -hablo mientras emito su acción, ganando una sonrisa de lado por su parte.

-De acuerdo -se aclara la garganta -primero que nada vivirás conmigo en penthouse -lo miro incrédula.

-¿Qué? No -objeto de inmediato.

-Oh si baby. Segundo usarás todo lo que yo te compre y escoja -una pequeña risa se escapa de mis labios ganando una mirada retadora por su parte -Tampoco nada de bragas a menos que yo te lo autorice -lo miro atónita -y por último pero no menos importante, seremos total y rotundamente exclusivos.

Lo miro a los ojos y la verdad me encuentro perpleja, desconcertada, anonadada... Creo que todas las palabras se quedan cortas para expresar mi sorpresa en por sus "Reglas" ni siquiera sé qué carajos decir, esto era lo último que me esperaba, osea tampoco son cosas tan terribles pero, wow.

-Por supuesto que sino estás de acuerdo, no hay problema estoy seguro que fácilmente encontrarás a otro Sugar.

-Mmm imponiendo tú postura ¿Eh? -lo miro sonrío y tomo de mi copa -era obvio que al ser tan guapo algún defecto debías tener -él solo me mira y sonríe de forma que se me hace super apetecible.

-También me gustaría que comieras más sano -pero eso podemos llegar a negociarlo.

-Todo menos la comida, no te pases -le advierto.

-Esta bien, eso luego lo veremos.

-¿Sabes? Me gustan los retos y probar cosas nuevas y esto es algo que yo jamás haría si me dejara llevar por mi lado racional, pero como voy a escuchar mi lado extrovertido acepto.

"No sé qué carajos acabo de hacer, pero este hombre lograría que cualquier ser humano cayera rendido a sus pies".

-Buena elección -habla con una gran sonrisa, se levanta y se aproxima a las gruesas cortinas que separan la puerta de dónde nos encontramos -por favor que nadie nos interrumpa -habla.

Luego lentamente se vuelve a aproximar a la mesa, parado bebé de su copa de vino y al acabar a paso lento pero muy decidido se planta delante de mí, me mira con sus hermosos ojos azules, que en este momento se encuentran casi negros, retira mi silla de la mesa y con el dedo me indica que me gire en la silla. Así que quedo sentada pero en su dirección, se arrodilla delante de mí y sonríe de forma pícara, acaricia mis tobillos y con la yema de sus dedos va subiendo por mi pierna, acción que manda cientos de corrientes eléctricas por todo mi cuerpo.

Inexplicable ConexiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora