𝟧. 𝓌𝒽𝑒𝓃 𝒾 𝓉𝒶𝓀𝑒 𝓎𝑜𝓊𝓇 𝓈𝒶𝓉𝓊𝓇𝒹𝒶𝓎𝓈

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𝓖𝓲𝔀𝓸𝓷

Cuando conocí a Park Jimin supe que sería él. Lo supe incluso antes que la misma Hyesun, aunque decidí guardarme la teoría.

Fue en el segundo año de universidad. Estudiábamos en la cafetería cuando Hye me dijo, como al caer, que un compañero suyo se nos uniría porque tenían tarea conjunta. Le ofrecí dejarlos a solas, pero su mirada cuando me pidió que no lo hiciera, fue el indicio de que algo se tejía. No puse pegas, aunque desee hacerlo, pero me contuve por una simple razón: Hye sabe cuan poco me gusta interactuar con desconocidos, y si aún así me pedía quedarme, debía de ser algo.

Y joder que lo era.

Desbordaba por sus ojos, sus sonrisas y sus gestos.

Hyesun se comportaba mucho más recatada de lo normal, y hasta intranquila diría. No soltaba gritos, se cubría la boca al reír y no respondía a mis comentarios molestos con uno peor. Era incapaz de dejar de estar pendiente de Jimin, que la miraba como si fuera la única chica en la cafetería y que, cuando Hye perdía un poco su papel de damita, le brillaban los ojos como sol de julio.

Esa fue la primera vez que fui la tercera rueda.

A partir de entonces quisieron disfrazar su atracción ridículamente obvia con una amistad que aunque era cierta, se quedaba corta. Y de paso, Jungkook y yo fuimos arrastrados en su montaje. Los vimos ligar en bares, en tardes de estudio, en fiestas de cumpleaños. Éramos sujetavelas por partida doble. Hyesun demasiado independiente como para aceptar por las buenas que estaba loca por él y Jimin demasiado ligón como para admitir que había caído también, era la mezcla perfecta para que ese teatro se mantuviera. Y a pesar de que hubieron momentos en que se me hizo molesto -sobre todo al comienzo-, hoy puedo verlo como los mejores años de nuestras vidas.

Seúl logró sacarnos a todos de aquel delicado equilibrio, cuando Hye consiguió su primer trabajo aquí.

—¡¿Ahí?! —pregunta Jimin, subido a una escalera sobre el escenario del anfiteatro, mientras tensa un cartel que luce "¡Bienvenida generación 2021!".

—¡Un poco menos! —grita Hye, y vuelve a sorber su café helado.

—¿Seguro que puedo estar aquí? —pregunto bajo por segunda vez.

El instituto en el que Hyesun trabaja desde hace un tiempo y al que Jimin se ha incorporado después, parece fundado por mi mística madre. La estructura tiene pocos ángulos rectos y un aspecto demasiado cálido para nuestro sistema educativo. Parece primogénito del New age, pero debo admitir que no está nada mal.

Seh... —Hyesun le resta importancia sacudiendo su mano y mascando el plástico de la pajita—. No queda nadie ya, y si alguien aparece, eres la nueva profesora de literatura.

Suspiro, había olvidado que mi vida sin líos se debía a que ellos no estaban cerca.

—Ya me has estresado... —murmuro, también con el plástico en la boca, Hye se ríe y choca su codo con el mío, apoyando los pies en la primera fila frente a nosotros.

No parece una profesora encargada de la tutoría de los chicos de primer año que ingresan la próxima semana, justamente el puesto que acaba de contarme que le han asignado y por el cual está trabajando un sábado. Aunque Jimin, quien también enseña aquí, es el que se está haciendo cargo del trabajo de la decoración... o eso intenta, porque Hye se pone recta y le avisa con un grito que está siendo un bruto, que ha puesto el cartel muy tenso, que le va a matar un crío si eso llegase caer. Y yo vuelvo a suspirar, porque en realidad echaba mucho de menos presenciar los bordes de su personalidad. Supongo que precisamente esa capacidad que tiene de oscilar, es lo que la hace buena en su trabajo. La cara profesional de Shin Hyesun, su seriedad y su dedicación a la hora de enseñar, no coinciden para nada con la Hye descontracturada y ruidosa, la que se está dejando ver ahora mismo presumiendo que somos los únicos aquí presentes, y la que logra que sus alumnos se sientan un poco más comprendidos en este mundo voraz.

twenty seven ▶ jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora