𝓂𝑒𝓂𝑜𝓇𝒾𝑒𝓈: 𝓉𝒽𝑒 𝒷𝑒𝒶𝒸𝒽

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Jungkook siempre había pensado en su memoria como un sitio curioso. Porque aún jactándose de su buen funcionamiento, lo cierto es que no confiaba del todo en el tenor de sus recuerdos.

¿Su padre era tan alto como lo evocaba? ¿De verdad fue Jimin el primero en acercarse cuando eran niños?

¿Lim Giwon fue alguna vez su confidente? 

Plenamente consciente de lo subjetiva que era su propia mirada, de lo incapaz que era de evitar caer en ello; habiendo ya aceptado su tozudez y necedad, eran varias las situaciones que llevaban a Jeon Jungkook, a encontrarse dudando de la veracidad de sus propios recuerdos.

Y eso había estado haciendo desde que Lim Giwon entró al restaurante de los Park y se sentó al otro lado de la mesa, justo frente a él. Desde que sus ojos coincidieron una vez más como no lo habían hecho en mucho tiempo, y ella esquivó su mirada tras un saludo cordial, con reserva y lejanía.

A golpe de vista seguía siendo la misma chica que acompañó a casa esa noche de invierno, que lo besó en aquel baño a medio camino de sus lágrimas y limpió las suyas en la floristería de sus padres. La misma de quien no quiso despedirse un par de años atrás.

Allí estaba con su falda larga y camiseta blanca. Con su pelo indomable, aunque no tanto como sus ojos, y sus labios redondeados que parecían imposibilitados de estirarse, aunque ya sabía él que no era así. Lo sabía ¿verdad? Se preguntó.

A golpe de vista seguía siendo la misma, ¿por qué era entonces que no se sentía igual?

Estuvo los primeros minutos de la cena con sus amigos poniendo en duda su memoria. Ese abril le había enviado a Giwon un mensaje en su cumpleaños y ella había agradecido, igual que siempre lo hacía. Eso no se lo había inventado. ¿Por qué era entonces que no se sentía igual?

Sin embargo, y aunque eso no lo hizo despejar del todo sus dudas, aquella primera impresión de extrañez no supo sobrevivir demasiado.

Comenzó a derrumbarse con el primer chasquido de lengua que Giwon lanzó frente a un comentario de Jimin, y siguió desmoronándose cuando la escuchó reír por lo bajo en respuesta a algo que él mismo había dicho, y que para el resto no había resultado tan gracioso.

Con el pasar de la cena, la conversación y las miradas, Jungkook descubrió que esa mujer al otro lado de la mesa seguía siendo en realidad la misma chica que conoció en sus tempranos veinte, y aún así, a pesar de ello, ¿por qué era entonces que no se sentía igual?

Como siempre solía hacer, Jeon Jungkook masticó varias teorías durante la velada. En la soledad de su cabeza, ausentándose por momentos de la charla y focalizando su atención en ella, paseó por esos círculos irrompibles que solían dejarle más dudas que certezas. Fue cuando los platillos escasearon y las latas se apilaron en la mesa, que Jungkook creyó encontrar la verdadera razón detrás de esa sensación diferente: el que había cambiado había sido él.

Era él quien se sentía extraño a su lado. Tal vez era él que veía en ella algo que antes no lo había alcanzado. Porque después de todo, definitivamente era él quien no era el mismo que la última vez, eso lo llevaba en claro.

La vida en Seúl había sido buena o, al menos, como Jungkook la había planeado. Un comienzo nuevo, un trabajo estable, una compañera. A veces intentaba convencerse de que había avanzado en la dirección en la que él deseaba. A veces, cuando las sospechas querían tirar abajo sus planes, las barría hacia el fondo de sus pensamientos intentando no darle relevancia, y seguía hacia adelante. Se decía a sí mismo que no significaba nada. No significaba nada que su puesto en esa empresa le hiciera sentir subestimado. No significaba nada esos silencios que Misook hacía cuando él hablaba del futuro. No significaba absolutamente nada, que ese fin de semana ella no hubiera querido acompañarle a Busan.

twenty seven ▶ jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora