𝟤𝟢. 𝓌𝒽𝑒𝓃 𝒾 𝓃𝑒𝑒𝒹 𝓎𝑜𝓊

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𝓖𝓲𝔀𝓸𝓷

La lluvia ha cesado aunque el día sigue siendo gris. Sus ojos encuentran los míos cuando termina de estacionar el coche. Con su cabeza contra el asiento como la llevo yo, nos miramos con fijeza.

Al salir de su habitación el mundo ha vuelto a sentirse inestable, inseguro. Yo he vuelto a ser un poco más cobarde, a hundirme en mí. La realidad de nuestras vidas me ha azotado igual que el viento, pero me es más fácil asirme a la promesa cuando lo miro.

Voy a apostar por lo nuestro.

Acabamos de confesarnos hasta el hartazgo entre sus sábanas. Mi boca ha soltado cosas que no le he dicho a nadie antes, que no han pasado por el filtro de mi cabeza, que se han precipitado a mi garganta directo desde mi pecho y él las ha recepcionado todas con una facilidad abrumadora. No debería necesitar más, por eso vuelvo a repetirlo, voy a apostar por lo nuestro.

Sin embargo debo admitir que aún hay preocupaciones que no se acallan, por más que intente aferrarme a la promesa, por más que desee cumplirla.

Saber qué sucederá con nosotros de ahora en más es algo que me inquieta, pero no quiero pensar en ello en este momento. Tal vez esta sea una pequeña forma de comenzar a apostar por lo nuestro también, no pensar en absoluto.

—Si seguimos así te devuelvo a mi casa... —murmura, sin quitarme los ojos de encima como si quisiera demostrar que está dispuesto.

Suspiro llevando la vista a la ventanilla. El edificio en el que he crecido de yergue imponente a un lado de nosotros. Es extraño, porque hay lugares y personas que nunca esperas que se crucen y cuando lo hacen, trae un regusto de irrealidad.

—¿No es raro? —pregunto, intentando ver el balcón de casa de mis padres desde aquí.

—¿Qué cosa?

Lo escucho desabrocharse el cinturón de seguridad y vuelvo a él justo para verlo girarse un poco en el asiento del conductor, de cara a mí.

—Yo en tu casa. O tú en la mía. Como cuando te encontrabas a tu maestra en verano fuera de la escuela. Personas en lugares que no imaginas.

Se tarda en responder, parece que buscara la sensación que le he descrito. Humedece sus labios con lentitud y termina sosteniendo el inferior entre sus dientes, y realmente se me hace imposible pensar en algo cuando me pierdo en esos gestos tan suyos. 

—Es que yo sí te he imaginado allí antes.

—¿En... tu habitación?

—Sí... te lo dije Gi, he fantaseado contigo muchas veces. —el envión de su mirada sincera y la ligereza de sus palabras, me hace bajar la vista a mis dedos, respirar cortamente, todavía no me es fácil acostumbrarse a la simpleza con que expone sus sentimientos—. Y ahora tengo material de sobra. —agrega, con un tono ladino.

—Jungkook... —me quejo bajito, mientras comienzo a sentir el calor trepar por mi cuello y orejas. Sus dedos se enredan en mi cabello y me obliga a verle a la vez que suelta una risita. Deja un beso en mis labios, corto y tosco—. Se te está haciendo vicio hacerme pasar vergüenza. —le reclamo.

—Confieso... —dice impune. Tengo que suspirar para no dejarle ganar a la sonrisa—. Ya quiero verte mañana, ¿cómo me dijiste que era el vestido? —sus dedos me hacen atrás el pelo con delicadeza, lo acomoda sobre mi hombro y hacia mi espalda.

—No te lo he dicho...

—¿Rojo? —dispara hacia arriba las cejas cuando vuelve a verme a los ojos. Aprieto mis labios, me esfuerzo una vez más por no sonreír.

twenty seven ▶ jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora