𝟣𝟥. 𝓌𝒽𝑒𝓃 𝓉𝒽𝑒𝓇𝑒 𝒾𝓈 𝒶 𝓅𝑜𝓈𝓈𝒾𝒷𝒾𝓁𝒾𝓉𝓎

2.4K 258 460
                                    

𝓖𝓲𝔀𝓸𝓷

Hacía mucho tiempo que no sentía nada al revivir esa memoria, al menos nada más que vergüenza absoluta: el beso que le robé en el baño del piso de Geumjeong, cuando teníamos 21 años.

Después de aquel día me llevó largo tiempo comprender lo que sentía por él, y aún así no es hasta ahora que ese recuerdo cobra un sentido diferente. Tal vez ese beso nunca fue culpa de sus palabras amables y sus gestos atentos, tal vez en realidad mi crisis de aquellos días no me hizo desvariar, sino rendirme. Rendirme al hecho de que Jungkook lograba alcanzar un sitio dentro de mí que no le permitía a más nadie. ¿Debería rendirme ahora ante la idea de que nada ha cambiado?

Aunque... ¿de verdad nada lo ha hecho?

Aquella vez estuve segura de que solo me permitió besarle porque sintió pena por mí pero ahora mismo... ahora mismo estoy aterrada de esta idea arrogante, a la que no puedo evitar volver cuando pienso en su mirada seria paseando por mi rostro, en su mano acariciando mi pierna, en cada uno de sus gestos. No puedo creer que me atreva siquiera a pensar que Gguk puede tener algún interés en mí.

Suspiro profundamente cuando cojo la barra de chocolate con almendras y la echo al canasto con frustración, emprendiendo el paso al pasillo de las galletas, arrastrando mis pies.

De todas formas, esa fantasía loca -que ni siquiera estoy segura de desear- se deshace cuando vuelvo a repetir el final de la noche. El silencio en el que comimos en aquel pequeño restaurante cerca del piso. Jungkook apenas sonrío, se veía lejano, pensativo. No puedo evitar considerar que le he incomodado con mis gestos esquivos. Tal vez solo quiere ser amable, un buen amigo, y yo soy una tonta que no soporta tenerlo a medias, o tal vez es porque... no Giwon, que Jungkook no tiene segundas intenciones contigo. No las ha tenido antes y no las tendrá jamás.

Echo dentro del canasto las galletas y vuelvo a suspirar. Sí, voy a hincharme a comida que, según mi madre, tienen conservantes como para embalsamar momias. No tiene sentido alguno, pero pocas cosas de las que dice mamá lo tienen para los seres mundanos como yo. Este arsenal de azúcar no solo pretende atizar mis pensamientos sobre Jungkook, también está eso otro, la irritación que me causa la idea de que estuve tantos años intentándolo de una manera casi inercial, sin siquiera detenerme a preguntarme por qué.

He estado todo el día repitiendo las palabras de Kim Namjoon. Piénsalo, o mejor, no lo hagas. ¿Cuánto tiempo hace que no escribo sin pensarlo? ¿Cuánto que no me abrazo a una pequeña sensación, a una idea sin cimientos y escribo decenas de hojas de un satisfactorio sinsentido?

Tras la conversación con Jungkook, acabé por entender que a veces las cosas no son como uno las planea, y eso no tiene porque ser el final, puede también ser el comienzo de algo. De algo que me haga igual de feliz que esa fórmula ineficiente y mentirosa. Tal vez incluso más... Quién sabe, tal vez mañana quiera ser pescador yo también...

Aunque tengo el entrecejo oprimido desde hace un rato, una sonrisa tonta me toma la cara mientras sigo analizando las opciones, incluso cuando ya hay un paquete de galletas en mi compra. Y en cuanto me doy cuenta de mi gesto aprieto los labios escarmentándome a mí misma, porque vuelve a invadirme el miedo.

Porque en realidad, esto no es igual que antes. Lo que estoy redescubriendo en él en este tiempo que hemos vivido juntos, en su apoyo discreto y en su cercanía atrevida, es que me hace sentir tanto, tanto, que me asusta como nunca.

Galletas, Giwon, concéntrate en las galletas.

El teléfono comienza a vibrar en mis vaqueros, Kim Taehyung se escribe en la pantalla. Tal vez esto sea mejor que mirar galletas.

twenty seven ▶ jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora