twenty seven ▶ jjk

𝟣𝟩. 𝓌𝒽𝑒𝓃 𝓌𝑒 𝓈𝒶𝓎 𝒾𝓉

𝓙𝓾𝓷𝓰𝓴𝓸𝓸𝓴

¿Cómo se llamaba? Quinientos días... ¿de qué? Da igual. El tonto de la plaza, ese que acababa bailando un musical con extraños y pajaritos animados, ese tipo soy yo en este momento. Lo mismo no estaba tan mal la película.

Anoche debería haber dormido como un bebé cuando regresé a la cama, pero lo que me mantuvo en vilo esta vez fue la repetición en bucle de esas últimas horas. Sus ojos vulnerables, sus dedos largos desprendiendo su vestido. La curva de sus pecho, Dios, sus pechos. Sus muslos anchos, sus braguitas rosa, su culo respingón, el agua en sus mejillas, su débiles confesiones, sus labios rotos de besos, sus besos, madre mía sus besos.

Vale, para, vas a tener una erección en el coche. 

Lo peor es que no puedo parar de pensar en ella, porque está sentada a mi lado, con sus dos manos en el volante como una buena conductora y su mirada fija en el camino. Tengo envidia del camino. Quiero que me mire así, igual que lo hacía anoche.

La primera vez que me encontré fantaseando con Giwon teníamos 21 años y ella acababa de besarme en su baño. Fue un sueño, uno en el cual ese beso nunca terminaba y todo se nos iba de las manos. Recuerdo sentir confusión y culpa cuando volvimos a vernos. Quería destripar mi cerebro obsceno por romper ese equilibrio delicado de lo que Gi era para mí. Me molesté conmigo mismo por como mi inconsciente cruzó la línea, lo volvió algo tan carnal. Un año después estaba repitiendo esa fantasía, aunque entonces en posesión de todos mis sentidos. No me enorgullece decir que luego de lo que ocurrió en la graduación de Hyesun, han sido varias las veces que me he corrido pensando en ella, incluyendo los últimos días. Si, soy un cerdo. Y aunque cada una de las veces lo he hecho con culpa, después de lo de anoche, lo único que lamento es el poco honor que mi imaginación le hacía a Lim Giwon.

He cargado años con la intriga por esa faceta suya, la Gigi amante, la Gigi enamorada, la que pierde el juicio a besos, si es que existía algo así. Recuerdo desear ver con mis propios ojos a Lee Jiho y ella juntos, porque una parte de mí nunca quiso convencerse de que Giwon se brindara a alguien como él. Pero ahora que he tenido un destello de lo que se siente tenerla, que te tenga, ahora que he visto lo que puede llegar a ser, ahora mismo, me alegra no haberla conocido con él jamás. Ahora, además, desprecio a ese capullo más que nunca.

Gi enciende la direccional y se cambia al carril derecho. Sus dedos delgados se deslizan por el volante igual que anoche desfilaban por mi cuello. Rasco mi nuca intentando disimular cuando le miro los muslos y como estos se pierden bajo su vestido corto. Sus ojos encuentran por un segundo los míos y mientras sus mejillas enrojecen tengo que humedecerme los labios, porque las ideas me secan la boca. Vuelvo la vista al frente, como única forma de controlarme.

Anoche mientras cenábamos los cuatro por segunda vez, sus ojos seguían revoloteando por los míos con ese brillo de vergüenza y complicidad, con esa solidez arrolladora con la que me veía hace un instante. Tuve ganas de ponerme de pie y confesarle a nuestros amigos que acabamos de enrollarnos y que se piren, porque teníamos que hablar.

Pero claro, estamos aquí por ellos, no por nosotros, no por mí, por ellos. Por Park Jimin y Shin Hyesun. Que a decir verdad, se han estado comportando un poco extraño. Sobre todo Hye.

Jimin me dijo ayer que al final no pudo hablarle de la propuesta, que Hye estaba nerviosa por el día de mañana y él demasiado borracho. Que temía arruinarlo todo antes de la boda, y que esperaría a la paz de su piso en Seúl para decírselo. Sin embargo, Hyesun luce como si la charla hubiese existido, y hubiese salido fatal. Claro que Hyesun con un problema es muy parecida a ella con ningún problema en absoluto, porque así es, una pequeña revoltosa que se come el mundo y que si no puede, lo finge. Como lo está haciendo desde anoche, aunque dudo que pueda engañar a alguno de los tres que estamos aquí ahora.