𝟣𝟪. 𝓌𝒽𝑒𝓃 𝓌𝑒 𝒻𝓁𝑜𝓌

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𝓖𝓲𝔀𝓸𝓷

La noche en la que por fin acepté lo que sentía por él, fue la misma en la que lo descarte por completo. La idea de que Jungkook me quisiera también, se me hacía tan absurda como la situación que estaba ocurriendo con mi vestido.

Supongo que fue ese convencimiento rotundo el que me hizo creer que estaba superado. Esa idea de que no había posibilidad alguna fue lo que apagó cualquier indicio de esperanza. Ni siquiera me permití fantasear por una mísera noche, lo comprendí en ese instante y al siguiente lo estaba enterrando.

Pero ahora él parece decidido a escarbar, a llevarme a decir lo que más temo decir y a hacer lo que más temo hacer: apostar de verdad, a sentir, como si no fuera a perder.

Y es como si las posibilidades paseándose justo delante de mis narices volvieran más alta la voz de esa cobardía intrínseca que llevo eternamente a cuestas, esa que susurra "Tú le quieres desde hace más" "¿Por qué se ha tardado tanto tiempo?" "¿No será algo pasajero?"

Estoy furiosa conmigo misma, porque mientras él me lo repite una y otra vez, esa voz solo resuena más alto. Tanto que he acabado por soltarlo. Ahí están ahora sus dedos solitarios colgando entre nosotros, los ha dejado libres, tomando la bolsa de compra con la otra mano.

—¿Qué estamos odiando esta vez? —dice y me hace alzar la cabeza—. ¿El calor?

Jungkook seca su frente con su palma y echa su pelo oscuro hacia atrás, sacudiendo su camiseta y con sus ojos fijos al frente. Cuando tardo en responder, me busca. Es encantador, rematadamente atractivo y yo he soltado su mano.

Apenas hemos cruzado palabra cuando volvimos a emprender el paso, supongo que aunque he dicho que no quiero pensar, he vuelto a hacerlo, y él me ha dado el espacio con su silencio.

Para ya, Giwon, solo disfruta.

Cuando llegué a Seúl hace cerca de un mes, a pesar de la incomodidad de abandonar mi zona de confort, no era esta chica conspirativa en la que me he convertido en tan poco tiempo. Se me daba bien estar con él. Sí, tampoco estaba sincera conmigo misma pero ¿será que ahora puedo aunar estas dos caras?

Solo disfruta.

—Nada... —respondo, asiendo los dedos a la bolsa de compra, donde deberían estar los suyos—. Es que me hago enfadar. Y también estoy cansada... y sí, odio calor.

—No te enfades con Gigi, Gigi... —tontea, y no pregunta por qué, solo me sonríe cuando lleva sus dedos a mi nuca y los aferra allí. Parece que entiende tanto lo que no digo como lo que suelto a medias. Acabo por suspirar sonriéndole también. Me encanta cuando me toca así, impulsiva y naturalmente, como si fuera algo que hemos hecho siempre, tal vez porque siempre hemos querido, al menos yo—. Si quieres puedo conducir el resto del camino. Tú te echas en tu asiento a que te dé el aire acondicionado. ¿Qué tal? —dice zarandeándome apenas. Es un bruto.

Además de encantador, rematadamente atractivo, y también ha dicho que me quiere. Me quiere y se ofrece a conducir por mí. Me quiere, lo ha dicho muchas veces. ¿Por qué he soltado su mano?

—Suena bien... —murmuro, ladeando mi cabeza para buscar su tacto. Su pulgar me roza el borde de la mandíbula y sus dedos me aprietan todavía más el cuello, igual que sus dientes lo hacen con sus labios, como si estuviese descargándose en ellos mientras me mira. Termina tomándome el rostro entre su pulgar y el resto de sus dedos, estrujándome las mejillas—. ¿Cómo es que eres tan bruto? —suelto con dificultad por la presión.

—Ah, perdona... ¿te dolió?

Cuando deja caer su mano se me escapa una corta risa. Es un ciclón, de esos que barren con lo que tocan, que no se anuncian. Que llegan y se van llevándoselo todo.

twenty seven ▶ jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora