Empoderada Y Fuerte

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Ya había conocido un nivel que consideraba bastante alto de perversiones en aquella casa, pero sin duda uno de los capítulos que me dejó más marcada para el resto de mi vida estaba a punto de llegar.
Hasta aquel momento me consideraba una mujer que sabía disfrutar de su vida sexual, sabía lo que quería y como lo quería pero también estaba abierta a nuevas experiencias, aprendí que la vida es una aventura por descubrir, que no importa que tan experto te consideres en un tema la vida siempre podrá sorprenderte.
Y vaya que conmigo lo hiso y no solo me mostró que siempre se puede aprender algo nuevo de las demás personas, de las experiencias y de cada cosa que te toca vivir, también puedes aprender de ti mismo, de lo que hay dentro de ti, de lo que eres capaz y de cómo puedes vencer tus propios límites, justo cuando me sentía más grande, más experta, más poderosa, entendí que podía lograr más.
Así es, aquel día descubrí que podía sobrepasar mis límites y seguir creciendo, irónicamente lo aprendí mediante mis experiencias sexuales; Aquel día cambió mi forma de verme ante la vida, ante el mundo pero sobre todo frente al espejo.
Si bien no era una mujer con complejos físicos después de ese día logre ver en el a una mujer nueva a una mujer única y capaz de comerse el mundo de un bocado.
Fue un jueves lluvioso, recibí el llamado de un empresario muy conocido en el lugar donde yo vivo, me invito a mi ya tan amada casa, inmediatamente acepte; nunca me di cuenta que la cantidad de dinero que el me estaba ofreciendo era mucho más grande de lo que normalmente me había ofrecido, honestamente el dinero a estas altura era lo de menos, el dinero ya no importaba, la necesidad de la experiencia era lo que me motivaba a aceptar prácticamente cualquier invitación, y ese día, esa invitación y esa experiencia me cambiarían la vida por completo.
Aquel hombre era un hombre bastante diferente, no era el típico hombre adinerado y atractivo a los que ya me estaba acostumbrando, era un hombre ligeramente calvo, de edad mediana, un poco pasado de peso y que en realidad se veía bastante normal, nada fuera de lo común, llegó por mi en un hermoso y lujoso coche, tampoco llevaba chófer como muchos otros lo hacían, él prefería conducir, tenía una mirada un poco dulce y triste, quien iba a imaginar lo que se escondía en su interior.
Llegamos al fin a aquella casa, en la que se albergaban tantas historias, el ritual de costumbre ya no me emocionaba como al principio aunque seguía exitandome, esperaba con ansias locas el momento de ir a nuestra habitación y descubrir que nueva fantasía me esperaba o si acaso me esperaba alguna experiencia ya vivida antes, cuando llegó por fin la hora parecía como si el tiempo comenzará a caminar lentamente, mientras avanzábamos hacia nuestra habitación, las personas se movían muy lento es como si todo mi al rededor hubiera cambiado a cámara lenta, sé que no era más que mi deseo ardiente de llegar lo que provocaba aquel sentimiento, llegamos a una habitación ya conocida para mi, entramos y ya nada de lo que ahí encontramos era nuevo para mi, era la misma habitación donde el dolor se convertía en el máximo placer.
Pero esta vez habría una diferencia, mi acompañante me pidió que fuera yo quien tomara el papel de dominante mies tras que el sería quien obedecerá todas mis órdenes.
No sabía si lo lograría, si podría tomar ese papel, ya había sido la sumisa y lo había hecho bien, pero acaso podría infligirle dolor a el y aun así disfrutar?
Tome la ropa que él mismo me llevó, un traje que parecía de látex por lo ajustado que era, un antifaz que solo cubría al rededor de mis ojos mientras que él se desnudaba, nuestra palabra de seguridad en esta ocasión era mermelada, necesitábamos un poco de dulzura en esta aventura.
Comencé con algunos azotes en su cuerpo utilizando un látigo que por cierto pesaba un poco pero que muy rapidame te aprendí a manipular y lo hice, comencé a causarle dolor, era una sensación muy extraña debido a que podía ver las marcas en su piel y el dolor que le estaba causando pero al mismo tiempo veía en sus ojos y como se le erizaba la piel que en verdad lo estaba disfrutando.
Le cause dolor en muchas formas diferentes, con latigazos, cera caliente, cachetadas e incluso me pidió que apagara cigarros en su piel, los cuales solo encendía para apagar los en el, pero eso no era todo él quería más, me pedía que lo humillara hablándole con adjetivos bastante despectivos, también le puse un collar y correa haciéndolo salir de la habitación y recorrer la mansion como si fuera mi perro fiel.
El poder que me dio sobre él me hiso disfrutar de esa experiencia como ninguna otra, me sentía embriagada de poder como si mi placer dependiera no solo su placer si no también su vida.
Después de salir de aquel lugar me sentía tan poderosa como si el mundo se postrara ante mis pies, como si fuera capaz de lograr todo aquello que me propusiera, como si el mundo de repente se volviera pequeño, y entonces entendí que había derribado mis propios límites, que era real que podía lograr todo lo que me propusiera que podría hacer todo aquello que me apeteciera, que los límites están solo en la mente, que somos poderosos y que somos nosotros quienes decidimos como queremos vivir nuestra vida.

Confesiones de una chica cualquieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora